Los próximos seis meses serán cruciales

Mireille Roccatti

El último cuarto del primer tercio del régimen del presidente Enrique Peña Nieto, esto es, los próximos seis meses que faltan por transcurrir para cumplir los dos primeros años de gobierno, se vislumbran complejos.

Se acepta generalmente que los primeros meses de un gobierno se concede al nuevo gobernante un “bono de confianza” y es la única etapa donde éste puede concretar acuerdos, construir consensos e implementar cambios de política porque una vez agotado el tiempo, los adversarios políticos, la operación diaria y el desgaste natural de la función, habrán de impedirle instrumentar su proyecto.

Así, usando términos taurinos estamos entrando en la última fase del primer tercio, en el cual el matador termina de conocer al toro, luego de torearlo con el capote; conoce así los terrenos que pisa, hacia dónde derrota, sus querencias, por dónde embiste, y remata el tercio realizando pases de lucimiento para el tendido o en su caso midiendo el castigo para el segundo tercio que son las picas.

El año y medio trascurrido, hemos testimoniado cómo, con gran habilidad y perseverancia, el gobierno ha podido construir una agenda mínima, con casi todos los actores políticos, principalmente con los dos partidos de oposición mayoritarios. Los temas y los acuerdos se concretaron primero en el interior del Pacto por México y posteriormente en el Congreso, con mayor fluidez en la Cámara de Diputados y grandes dificultades en la de Senadores. Se concretaron así las reformas constitucionales en temas torales, algunos de ellos verdaderos dogmas que polarizan y dividen a la sociedad.

El proceso se vio afectado primero por las consecuencias de la elección y luego por los conflictos internos del PAN y el PRD, pese a todo, se lograron pasar las reformas y ahora con motivo de la legislación secundaria, estamos inmersos en un largo, dilatado y complejo trance en el cual se extraña la operación política en el seno del Pacto, el cual parece haber perdido su eficacia y, para otros, más que agonizante es ya un cadáver.

Los acuerdos y tratos se realizan entonces en ambas cámaras, en diputados donde el gobierno y su partido tienen una magra mayoría, ha sido posible avanzar los temas con cierta tersura, no así en la de Senadores, donde las fuerzas están prácticamente divididas en tercios y, en algunos casos, el PAN ha contaminado el trabajo legislativo, con sus conflictos internos que se reflejan en la división de su bancada. Las últimas semanas, el recién refrendando dirigente ha adoptado una actitud mezquina reprobable al tomar como rehén la legislación secundaria en materia energética y de telecomunicaciones, sujetando su aprobación a que termine el proceso de aprobación de la reforma política en los estados de la federación. Olvidando o evidenciando su desconocimiento del federalismo, la autonomía de las entidades y forzando la intervención del Ejecutivo federal, la cual dicen combatir con la propia reforma.

Algunos refieren la frase a Bismark: “Los políticos piensan en las siguientes elecciones, los estadistas, en las próximas generaciones”. Lo que estamos presenciando es la reedición de la miopía, falta de visión y mezquindad de nuestra clase política, que privilegian sus propias y personales reyertas, así como sus intereses a corto plazo, buscando entorpecer y obstaculizar posibles logros del gobierno.

Es cierto también y muy respetable que algunos legisladores defiendan sus convicciones, como por ejemplo algunos de izquierda en materia energética o algunos otros de derecha en materia de telecomunicaciones, pero son los menos.

Se percibe que algunos legisladores están buscando saltar al gabinete, algunos funcionarios están nerviosos para brincar a legisladores, otros piensan en las gubernaturas que habrán de desocuparse y todos se ocupan con bastante premura de la batalla electoral del año próximo en que se renueva la Cámara de diputados, hay elecciones por legislaturas locales y presidencias municipales en 16 estados y en nueve de ellos se elige gobernador. Por todo esto se dificultan los acuerdos y campea más un ánimo de confrontación y controversia. Los seis meses próximos serán cruciales para todos, esperemos que prevalezca el interés superior de México.