GARBANZOS DE A LIBRO

 

Efraín Huerta, en el centenario de su natalicio

Marco Aurelio Carballo

 

 

De la esposa Thelma Nava: “Era muy organizado. Por las mañanas escribía sus artículos y al terminar paseaba a nuestro perrito Yuri por Polanco. Vivíamos en Lope de Vega. Escribía rápido con dos dedos en una Remington. Colaboró en más de 20 periódicos y revistas. Tenía muchos amigos jóvenes, iban a pedirle consejos, a mostrarle poemas, a conversar. Entre ellos Roberto Bolaño, con quien tuvo una relación excelente. Nos conocimos en Películas Nacionales donde yo era secretaria. Él iba a visitar a Salvador Amelio, su amigo de años, y a entregarle trabajos. A veces íbamos a tomar un café a la vuelta. Yo apenas empezaba a escribir. Lo admiraba mucho. Escribió una poesía original, innovadora, lúcida, hermosa. También hizo crítica cinematográfica y literaria. Nos casamos en 1958. Fue muy amoroso con nuestras hijas Thelma y Raquel. Algunos días lo visitaban los hijos de su primer matrimonio, con Mireya Bravo,  Eugenia, Andrea y David, iban a comer a casa. Era un padre excelente. La enfermedad fue un proceso muy doloroso. Se volvió retraído. Hacía esfuerzos para hablar con la laringe. Duramos 23 años casados y su muerte me provocó una tristeza infinita. Da gusto que lo recuerden y tomen en cuenta en su centenario. Mi hija Raquel ha preparado libros y presentará una exposición-homenaje en el Museo del Chopo. Le diagnostican cáncer de laringe en 1973. Sufre una laringectomía y pierde la voz. La recupera parcialmente gracias a su trabajo con un experto en foniatría”.

De su hijo David, también poeta: “En el ámbito familiar mi memoria lo registra como un hombre que conversaba con sus amigos, camaradas de militancia y colegas del medio periodístico. Era muy cordial, vivía mucho con el corazón y, sobre todo, con la inteligencia. Uno de los hombres más inteligentes que he conocido. No sólo era amigo de los poetas izquierdistas, también de los católicos. Pero platicábamos más de futbol, ambos le íbamos al Atlante.

De Efraín Huerta acerca de él mismo: “Cierta  poesía mía es, eso sí, testimonial, iracunda y violenta. Si alguien cree que es revolucionaria, pues qué bueno”.

Los testimonios, publicados en el suplemento Laberinto, que dirige José Luis Martínez para el diario Milenio, los firma Héctor González Jordán.