Aunque el 16 de julio de 1932 es la fecha en la que fue instituida la “Guelaguetza” como se conoce actualmente, los orígenes de esta festividad oaxaqueña se ubican desde la época prehispánica, así lo explica una investigación de la Serie Testimonio Musical de México, de la Fonoteca del INAH.
El Dani Lao Nayaalaoni, mejor conocido como el Cerro de Bella Vista, ubicado en la parte noreste del valle donde se asienta la ciudad de Oaxaca, es el lugar sagrado donde los antiguos zapotecas, dice la leyenda, ofrendaban a los dioses agrícolas Pitao Cocijo (lluvia) y Pitao Cozobi (deidad del maíz) en agradecimiento por las cosechas recibidas.
A mediados del mes de julio, cuando las milpas jiloteaban y los elotes estaban tiernos, realizaban festejos donde se honraba a Centéotl, mazorca madura; Xilonen, la mazorca tierna o en jilote, y a Ilamatecuhtli, mazorca seca o señora de la falda vieja, cuando las milpas jiloteaban y los elotes estaban tiernos; según se desprende de la investigación de la Fonoteca del INAH, realizada 2004.
Los investigadores del INAH explican que durante esas festividades, antes de la Conquista, “las casas de principales y macehuales se adornaban con elementos de milpa: elotes tiernos, hojas, cañas y espigas. El ritual incluía compartir entre la comunidad los primeros frutos de la siembra y también el sacrificio de una doncella para ofrendar su sangre a los dioses, lo que significaba una reciprocidad entre los humanos y la divinidad”.
Las fiestas desbordaban en música de teponaztles, huéhuetls, flautas y sonajas. Los cantos eran plegarias y las danzas, reverencias; los alimentos derivados del maíz simbolizaban la esencia de los dioses; y las casas, narraba Fray Bernardino de Sahagún, eran adornadas con cempasúchil.
En el siglo XVI, aprovechando la consolidación de la festividad, los españoles erigieron una capilla a la Santa Cruz que, en 1679, fue convertida en iglesia de la Virgen del Monte Carmelo o Virgen del Carmen. Su celebración se hacía el 16 de julio y, con el tiempo, los ritos de los antiguos pobladores se fueron fundiendo con el catolicismo generando una nueva forma religiosa. Ello no desapareció la reciprocidad solidaria con el entorno natural y los espacios sagrados, y que hoy personifica la Guelaguetza o Guendalezaa, cuyo significado zapoteca es “reciprocidad, cooperación”.
De acuerdo con la investigación de la Fonoteca del INAH, las crónicas marcan que el altar mayor, así como toda la iglesia del Carmen, después de la Conquista, ya no eran adornados con flores de cempasúchil, sino con nardos y azucenas blancas.
Por más de tres siglos la festividad cobró fuerza; sin embargo, en la segunda mitad del siglo XIX, durante la Reforma, las celebraciones religiosas poco a poco decayeron, reactivándose en 1932 con la celebración de los 400 años de la fundación de la Antigua Villa de Antequera, hoy ciudad de Oaxaca.
Cuando se invitó a las distintas delegaciones indígenas al acto (Valles Centrales, Sierra Juárez o Norte, la Cañada, Tuxtepec, la Mixteca, la Costa y el Istmo de Tehuantepec), el Dani Lao Nayaalaoni era conocido ya como El Cerro del Fortín, nombre recibido por las escaramuzas durante la lucha de Independencia y la Intervención Francesa.
Con el tiempo, la Guelaguetza se transformó en espectáculo cultural, y en la Rotonda de la Azucena del Cerro del Fortín, se hace un despliegue musical, dancístico y de los atuendos tradicionales de los pueblos oaxaqueños, y en forma simbólica recuerda la reciprocidad entre ellos.
De esta manera en su edición 82, la Guelaguetza dio inicio este lunes en el Auditorio del Fortín, organizada por el gobierno de Oaxaca. En el evento participarán las delegaciones de San Pedro y San Pablo, Ayutla, Mixe; Asunción Ixtaltepec, San Pedro Pochutla y Juchitán de Zaragoza, entre otras. Su clausura será el próximo lunes 28 de julio.


