Se requiere de trabajo coordinado
Yazmín Alessandrini
La designación del ahora senador con licencia Humberto Mayans Canabal como coordinador del Programa Frontera Sur de la Secretaría de Gobernación, habla de la importancia y seriedad con la que el presidente de la república Enrique Peña Nieto está tomando la compleja problemática que se está viviendo en la franja fronteriza de México con Belice y Guatemala, unos mil 200 kilómetros, y que no es más que producto de años y años de indiferencias, incompetencias y omisiones no sólo del lado mexicano, sino también por parte de los gobiernos beliceño, guatemalteco, hondureño y salvadoreño, que históricamente, refiriéndonos al tema migratorio en específico, siempre han caracterizado por dejar hacer-dejar pasar.
El contexto y el entorno actuales a los que se enfrenta Mayans Canabal, con el drama de los niños migrantes no acompañados que a diario ingresan a territorio mexicano con miras a alcanzar el sueño americano en Estados Unidos, ahora desde su nueva posición como zar fronterizo, lo invitan a actuar rápido y bien en un territorio muy poco comprendido y atendido. Sus tareas iniciales, en los 12 cruces internacionales que tiene México con Guatemala y Belice, de acuerdo con las instrucciones de Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, será incidir en una transformación inmediata en las aduanas y mejorar sustancialmente la operación en los albergues, con el fin de brindar una mejor protección a los migrantes.
Pero que quede muy claro algo súper importante en este tema: el nombramiento y designación de Mayans Canabal no implica que él y sólo él en automático tenga que responsabilizarse de la compleja problemática migrante en la franja fronteriza sur. Para que los buenos resultados hagan su aparición en el corto y mediano plazos, no en el quehacer del tabasqueño, sino en la situación actual imperante, se requerirá, además del buen oficio y experiencia del político, del trabajo comprometido de autoridades y funcionarios no sólo federales y estatales, sino multinacionales, porque es un hecho irreductible que a ambos lados de esta fronterza (que tristemente no es más que una línea pintada en el piso) se requiere de trabajo coordinado, de sinergias en las que se involucren esfuerzos globales y no nada más de dedos inquisidores, por ejemplo, como el del presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, quien se fue a parar el cuello con los estadounidenses presumiendo su pobre conocimiento del tema al asegurar que siete de nueve niños migrantes de su país provienen de las narcorrutas.
Afortunadamente, nuestro comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido García, salió al paso de estas desafortunadas disertaciones, que en lugar de sumar restan y con mucha serenidad lo puso en su lugar.
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