Entrega sus armas al enemigo

 

 

Humberto Musacchio

Una conversación telefónica grabada, por supuesto en forma ilegal, resultó aparentemente (y subrayo aparentemente) comprometedora y la diputada Purificación Carpinteyro se excusó de participar en los debates sobre las leyes de telecomunicaciones, las cuales, de acuerdo con el proyecto dado a conocer, favorecen ampliamente al duopolio de la televisión.

No es sorprendente que las empresas afectadas por la actividad de la diputada buscaran acallarla. Lo que sí sorprende es que Purificación Carpinteyro, mujer inteligente y sagaz, se haya olvidado de que debía cuidar todo aquello que salía de su boca, pues sus poderosísimos enemigos la tendrían bajo vigilancia permanente a fin de conocer sus desplazamientos, la gente con que se entrevistaba, los lugares a los que iba y, por supuesto, lo que hablaba, y no sólo por teléfono, pues existen muy variados métodos y refinada tecnología para captar conversaciones y casi para leer el pensamiento y adivinar los sueños.

La plática dada a conocer es de la diputada con un representante de cierta empresa del ramo y lógicamente se habla de los intereses en juego. No es un secreto que la señora Carpinteyro ha venido actuando contra la concentración en un par de empresas y abogando por una mayor concurrencia en el juego de las concesiones, lo que lógicamente favorece a las firmas a las que hasta ahora se ha mantenido al margen para favorecer a TV Azteca y sobre todo a Televisa.

De modo que no hay, no había secreto en esa actitud de la diputada, pues todo el mundo sabía lo que podía esperarse de ella y de su participación en el proceso parlamentario, que al limitar el poder de unos favorecía el ascenso de otros a un plano competitivo. Pero debieron considerarla muy poderosa para buscar por todos los medios su salida del debate; debieron ser muchos los rencores de ciertos empresarios, políticos y exfuncionarios que no le pueden perdonar lo ocurrido en el sexenio pasado, cuando se convirtió en una pesadilla para quienes ganan poder gracias a su obsecuencia con los señores del dinero.

De modo que Purificación se equivoca al abandonar el debate parlamentario y comete otro error al abandonar el periódico en que colaboraba. De esa manera entrega sus armas al enemigo mientras éste, ufano, repite mediante sus voceros que la telebancada sí va a continuar en el debate, porque vaya que el duopolio tiene mucho que ganar con las iniciativas que el Ejecutivo mandó al Congreso, proyectos que son un perfecto ejemplo de entrega y sometimiento del Estado ante los poderes fácticos. A ese Congreso le falta una Purificación.