Frente a la creciente abstención electoral

Teodoro Barajas Rodríguez

Desde hace un buen tiempo, la crisis de los partidos políticos aflora en forma franca porque todos parecen concentrarse únicamente en los temas orientados a la próxima elección, como derivado de ello se estila el pragmatismo como vía porque la ideología enfila a su extinción, en todo caso ocupa mínimos espacios discursivos.

La burocracia partidista crecerá para ser pagada por el erario, tres nuevas organizaciones han alcanzado el estatus, las cuales son: Movimiento de Regeneración Nacional, que registró poco más de 131 mil afiliados; Partido Encuentro Nacional, con 94 mil, y Partido Frente Humanista con 77 mil.

El desencanto producido por los partidos políticos es elocuente si revisamos la creciente abstención electoral, no podemos desconocer que esas agrupaciones desde su origen se fundaron para buscar el poder como un rasgo humano, sólo que la perversión en el caso de México es ostensible.

Andrés Manuel López Obrador encabeza a Morena y será su plataforma en busca de la Presidencia de la República, lo cual no significa sorpresa alguna, en gran medida su base social proviene del PRD en la enésima división de la izquierda, que acusa ese mal desde siempre porque se ha distinguido por ser un archipiélago que convoca diferentes ínsulas confrontadas.

El PRD ha sufrido desprendimientos en los últimos meses para que la diáspora concluya en Morena, se entendería que ambas expresiones tuviesen intereses comunes pero López Obrador pintó su raya. Digamos que Morena conservaría su registro sin mayor dificultad.

Los otros dos partidos nuevos, Encuentro Social y Frente Humanista, son un par de incógnitas, carecen de una efectiva base social, el primero es dirigido por un religioso y el segundo por un exdirigente del sector campesino del PRI. El dinero destinado a las causas partidistas es cuantioso en un país enfermo de la desigualdad, lo cual resulta a todas luces incongruente.

Existe desencanto respecto a los partidos con todo y que el modelo actual es muy distinto al vivido hace no mucho tiempo en que prevalecía el molde monolítico sin competencia ni reglas equitativas, la alternancia hace rato se naturalizó.

Lo mejor sería un sistema de partidos sólido, propositivo y menos histérico, finalmente se trata de una vía legal para acceder al poder; en otros países decepcionados por el desgaste y corrupción de sus cuadros tradicionales se optó por quienes se pronunciaban contra el sistema imperante para al final manifestarse contrarios a la democracia, como sucedió con dos personajes llamados Alberto Fujimori y Hugo Chávez, en Perú y Venezuela, respectivamente.

Ello no justifica lo oneroso que resulta el actual sistema de partidos en nuestro país, máxime que en los últimos tiempos los escándalos los sacuden, parece nadie está exento de ello, ahora con tres nuevas organizaciones reconocidas la burocracia se incrementa pero no la calidad.