Más partidos… y mayor financiamiento público

 

En una discusión, lo difícil no es defender

nuestra opinión, sino conocerla.

André Maurois

José Fonseca

Al aprobar el registro de tres nuevos partidos, los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) han provocado una intensa discusión sobre la pertinencia de aumentar el número de partidos y, claro, por el financiamiento público.

Por supuesto que no fue la intención de los consejeros del INE remover las cenizas de un debate que siempre está latente. Sólo cumplieron con su obligación legal al conceder el registro a nuevos partidos que cumplieron con los requisitos que exige la ley electoral.

Eso no ha sido obstáculo para que la discusión haya alcanzado tal nivel de intensidad que algunos —pocos, por cierto— le hicieron recriminaciones a los consejeros del INE.

Los argumentos contra los tres nuevos registros fueron que ya tenemos muchos o la pregunta de si son necesarios nuevos partidos. A pesar de acaloramiento de tantos, la verdad es que en una democracia son los votantes quienes deciden cuántos partidos hay y quiénes conservan su registro. Es el voto el factor que responde todas las inquietudes.

Pero el debate sobre el financiamiento público es el que no sólo apasiona, es uno que provoca indignación en un amplio sector de la opinión informada y la opinión ilustrada.

Se esgrimen ejemplos de partidos que no sobrevivieron a su primera elección, pero sí se gastaron los recursos públicos recibidos. Es cierto, pero también lo es que la nueva ley electoral hace más riguroso el escrutinio del INE sobre los gastos de los partidos. Y se han endurecido las sanciones.

Es posible que también esta discusión sea estéril, porque mientras no se encuentre una fórmula mejor que la actual, la otra opción, la de incrementar las aportaciones particulares, sólo genera un sistema electoral injusto.

Es que se gastan nuestro dinero, alegan los reclamantes. Sí, pero si no se les entregan recursos públicos a los partidos, la opción sería que recibieran recursos de particulares. Un sistema similar al de Estados Unidos, donde decisiones judiciales recientes han abierto de par en par las puertas de la política a las grandes corporaciones, lo cual les da una desmedida influencia en el resultado de las elecciones.

De alguna manera sería una absurda regresión, pues que los partidos políticos se sostengan sólo de aportaciones particulares crea condiciones similares a las de hace casi un siglo, cuando la política era un privilegio para quienes más tienen.

 

                                                     jfonseca@cafepolitico.com