En un hecho sin precedentes para un ex presidente de Francia, Nicolas Sarkozy fue detenido e interrogado varias horas por la policía, inculpado por varios delitos de corrupción y tráfico de influencias, hecho que obstaculiza su retorno a la política. Como muchos otros casos, Sarkozy escogió la victimización para defenderse, una estrategia muy parecida a la que usó en Italia, Il Cavaliere, Silvio Berlusconi.
Sarkozy, presidente de Francia (2007 y 2012) fue interrogado durante 15 horas en la Oficina central de lucha contra la corrupción y las infracciones financieras y fiscales (Oclciff), de la policía judicial, para responder sobre media docena de casos en los que presuntamente se cometió “corrupción activa”, “tráfico de influencias” y “violación del secreto profesional”, delitos por los que el ex mandatario ya ha sido imputado.
Uno de los casos más llamativos contra Sarkozy es la presunta ayuda financiera a la campaña presidencial del 2007, por parte del régimen del defenestrado líder libio Muammar Gaddafi. En marzo del 2011, en una entrevista para la cadena televisiva Euronews, Saif Al-Islam Kadhafi, hijo del ex dictador libio, amenazó a Sarkozy con publicar las pruebas bancarias de la financiación.
Una investigación periodística conocida en julio del 2011 por parte del medio digital Mediapart, reveló la existencia de un documento proporcionado por ex altos funcionarios libios, donde se llega a un acuerdo para apoyar la campaña de Sarkozy con 50 millones de euros.
La investigación sigue su curso y a juzgar por la cara de Sarkozy después del interrogatorio, las pruebas en su contra son fuertes. La prensa francesa ha ido revelando datos en los que se desvela, poco a poco, que son varias y variadas las fuentes de información que corroboran las irregularidades. Los ataques a Sarkozy no sólo vienen del destruido aparato libio, también del propio entorno del ex mandatario.
Para nadie era un secreto que Sarkozy planeaba su retorno a la política, sobre todo después de la dura derrota de su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), en las pasadas elecciones de mayo, donde la ultraderecha salió triunfante. La candidatura presidencial del 2017 está abierta y él es una de las cartas principales de la derecha, pero ahora las acusaciones en su contra lo ponen contra la pared.
Èl, escoge la estrategia de víctima política, similar a la de Berlusconi. Después de haber sido acusado, Sarkozy, en una entrevista a la televisión, dijo estar “sorprendido” por las imputaciones y se consideró víctima de la “instrumentalización de la justicia”, en un proceso con “acusaciones grotescas” que buscan humillarlo.
A diferencia de Berlusconi, Sarkozy no cuenta con un poderoso conglomerado de medios, ni tiene su influencia. Por el contrario, la derecha francesa, al igual que los socialistas, se encuentran reducidos ante el avance de la ultraderecha, por lo tanto la lucha política interna es devastadora. En este contexto, Sarkozy se encuentra acorralado y su carrera política en la picota.
No obstante todavía falta para saber el desenlace, como el propio Sarkozy lo dijo, “no me planteo renunciar” y puso como límite a finales de agosto o principios de septiembre para tomar una decisión sobre su futuro político. Futuro que también estará determinado por el desarrollo del proceso judicial que se le sigue.