Gonzalo Valdés Medellín
“No hay ignorancia de nuestra parte en cuanto se refiere a la cronología de los sucesos, carácter, temperamento e intención de los personajes; usamos nuestro derecho a la licencia literaria para convertir los acontecimientos históricos, siempre vagos y subjetivos, en un hecho teatral concreto. Es decir, que de la historia, conjunto de datos falsos, hacemos una obra de arte, que es la única verdad”, expresó Sergio Magaña, dramaturgo, cuentista, novelista, autor de canciones, guionista de cine, crítico de teatro, nacido el 24 de septiembre de 1924 en el pueblo de Tepalcatepec, Michoacán y murió en 1990, en la Ciudad de México. Este 2014 celebraría 90 de vida. En entrevista, el dramaturgo Javier Velázquez, especialista en la obra de Sergio Magaña asienta: “A casi 90 años de su nacimiento Sergio Magaña es uno de los poetas de la dramaturgia mexicana moderna que es ya un clásico en pleno siglo XXI y su Moctezuma II es una tragedia a la altura de Sófocles y Shakespeare; la gran diferencia es que es mexicana. Magaña parte de la estructura aristotélica y construye una obra de jerarquía universal. Han pasado más de 60 años en que fue escrita (1953) y la tragedia se mantiene sólida e insuperable ante las dramaturgias del momento. Releer una y otra vez Moctezuma II es una experiencia estética impresionante, vigente. México sigue dividido por razones históricas, políticas, económicas, sociales, religiosas, y Moctezuma II es el arquetipo del héroe trágico que sabe de su muerte. Confronta al Ministro de guerra y desea terminar con el sacrificio de sangre como tributo a los dioses. El mundo prehispánico, con todas sus fascinaciones, era un Estado feudal donde los monopolios de ambición pesaron más que la construcción de una patria. ¿Dónde está la herida mayor de nuestra cultura? Volver a leer Moctezuma II es dialogar con la estructura musical de la obra. El tono es de una densidad trágica donde poco a poco la destrucción asciende hasta el clímax final. Los contrapuntos del mundo cotidiano, el amor de Tecuixpo, son geniales y logran que el espectador sienta el estremecimiento de una cultura a punto de morir, y sea algo profundamente doloroso. En el final de la Obertura, Magaña sintetiza la destrucción de Moctezuma II y, en consecuencia, de su gente. En cuatro líneas está la caída, la tragedia del mundo indígena. Moctezuma II planifica una emboscada para matar a Cortés, pero no cuenta con la malicia e inteligencia de Malinche, arquetipo femenino de la venganza. Malinche, Malintzin, Marina: Triple personalidad: Serpiente, Traidora y Puta. Madre también. Personaje complejo, contradictorio, hondamente mexicano. En estos tiempos de patrioterismo, en general, y de muy pocos rituales de riesgo poético, habrá que volver a Moctezuma II para viajar a la patria del dolor, al corazón del pensamiento del héroe azteca y reconocernos en su tragedia, porque a la fecha, México no ha conquistado su libertad ante el capital extranjero, ante las inmensas y crueles desigualdades. ¿Existen espíritus trágicos en el México contemporáneo? —se pregunta Velázquez. Y responde con un parlamento del propio Moctezuma II: “Tal vez blasfeme… Pero los dioses no siempre exigen sangre… Yo he sentido que también con placer reciben los beneficios puros de la tierra; el grano de cacao, los frutos, la alegría del campo recién regado y el aroma sencillo de las siembras… La sangre, cuando apesta, no debe gustarles”. El personaje cuestiona los rituales de guerra. Busca construir otro concepto de mundo, por tanto, su destino es trágico, ya que un hombre que “está fuera de su tiempo, es destruido por los dioses”, escribe Magaña. Volver a leer Moctezuma II es una exigencia ética para todo estudiante, maestro, ama de casa, taxista, doctor, y mexicanos de cualquier característica”, subraya el creador escénico, autor de obras como Josefa íntima, Marítimas y The Bookman. Y estipula que la obra de Magaña “es una tragedia que nos retorna a la patria de la memoria, para que no se olviden nuestras trágicas herencias de cultura. Leer Moctezuma II es amar al México profundo. Leer la obra completa de Sergio Magaña es, también, una experiencia estética que necesita todo mexicano para conocer parte de su historia. Baste recordar Cortés y La Malinche (antes Los Argonautas), escrita en 1964. Santísima (1976). Los enemigos (1984), obras esenciales en la historia de la literatura dramática mexicana universal, que abordan la historia de La Conquista y La Revolución, temas y conflictos imprescindibles en la historia de nuestro desgarrado y fascinante país, llamado México. Y por supuesto, no debemos olvidar el memorable melodrama profundo de Magaña Los signos del zodíaco (1951), o la tragicomedia de sublimación y desdicha, Los motivos del lobo (1965), ambas obras de corte social donde la dramaturgia de Magaña abre heridas a llaga abierta de la condición humana del mexicano de vecindad. Con este sexteto de obras escritas por Sergio Magaña sería muy oportuno festejar el ritual de la lectura como un acto de perpetua curiosidad, al celebrar 90 años de su nacimiento. Y posteriormente continuar buscando la obra de uno de los dramaturgos clásicos modernos mexicanos. Leer la dramaturgia, el cuento, la novela de Magaña es leer el México profundo. La de Sergio Magaña, es la dramaturgia de un poeta universal”, concluye el director escénico.


