Gonzalo Valdés Medellín

Si alguien ha dignificado, con una lucha abierta, honesta, fructífera, propositiva, combativa, continua y generosa al teatro mexicano es, indudablemente, la primera actriz y directora Susana Alexander. Protagonista esencial de la cultura mexicana, esta incansable, apasionada —y compulsiva— mujer de teatro ha aleccionado en buena lid con no pocos trabajos de gran magnitud escénica y hondura discursiva. Desde sus inicios como actriz y su formación en la Universidad Nacional Autónoma de México, Susana Alexander destacó siempre como una intérprete de imponente gama de registros histriónicos. Desde muy joven fue dirigida por los más relevantes directores: Fernando Wagner, Salvador Novo, Álvaro Custodio, Juan José Gurrola, Alexandro Jodorowsky, José Solé, Miguel Sabido, Nancy Cárdenas, Julio Castillo, José Luis Ibáñez, Dimitrios Sarrás, Manolo Fábregas, Roberto D’Amico. Hija de la actriz, escritora y directora y pionera de la televisión mexicana Brígida Alexander, Alexander cuenta en la actualidad con más de 55 años de trayectoria como productora, directora, actriz, traductora y dramaturga. Su presencia en los foros teatrales contiene una abundante y señera historia dentro de nuestros escenarios, pues se trata de un teatro que apela a la reflexión, a la conciencia, al intelecto, a la sensibilización del público, sin olvidar el elemento nodal del show busines: el entretenimiento y el espectáculo. Son más de 50 puestas en escena las que ha realizado Susana Alexander en donde disciplina, rigor, autenticidad, honestidad y decoro han signado el devenir de creaciones que hicieron historia por su complejidad psicológica, su cuestionamiento humano y su audacia formal, tales como El primero de Israel Horowitz (1977), Amor y crimen en la casa de Dios de Milan Stitt (1978), Las cuatro estaciones de Arnold Wesker (1981), Stephanie (Duet for One) de Tom Kempinsky (1985), Yo madre, yo hija de Lolleh Bellon (1989) donde hizo dueto con la extraordinaria Carmen Montejo, Noche de paz de Harald Müeller (1989) en la que dirigió a su madre, Brígida Alexander y, entre muchas otras, la estrujante pieza de Margaret Edson en torno al cáncer, Punto y coma (2001) donde realiza la que será su actuación consagratoria, con un desnudo integral, al final de la obra, de extraordinario lirismo. Dotada de gran intensidad dramática, como directora Susana Alexander forja una sólida estética que ha ido acompañándola en paralelo, en su trabajo de teatro educativo con los unipersonales Si me permiten hablar, Suya afectuosamente (sobre textos de Frances Erskine Inglis, Madame Calderón de la Barca), Des-concierto, Las mujeres no tenemos llenadero, así como en los espectáculos poético teatrales Bailepoemando y Viaje al corazón de las palabras (estos dos al lado de Roberto D’Amico), Poesía no eres tú (sobre Rosario Castellanos), acompañada por Elena Poniatowska, Práctica de vuelo (sobre Carlos Pellicer) acompañada por el poeta Doinicio Morales, o Madre sólo hay una, ¡pero como yo ninguna!, o en su deliciosa versión del Coloquio de los perros de Cervantes. Susana Alexander ha dignificado siempre el trabajo del productor comercial. Dijo Silvia Pinal en 2009 al develar la placa de El año del pensamiento mágico: “Susana Alexander siempre me sorprende y me conmueve”, y ésta es sin duda una de las mejores definiciones de su teatro: la sorpresa y la conmoción. Mujer que lleva la escena en las entrañas, que ha luchado como productora independiente, que ha confesado haber utilizado a la televisión para ganar popularidad y así poder hacer un teatro de hondura y reflexión para el público, Susana Alexander ha continuado congruente a su línea de trabajo y entregada por completo a su convicción de hacer del show busines una fuente de cultura y dignificación para el teatro y para el público. Desde principios de los 2000, dos jóvenes productores han seguido sus pasos: Guillermo Weitchers y Juan Torres con quienes Susana Alexander ha repuesto Yo madre, yo hija y Las cuatro estaciones y ha estrenado Cómo envejecer con Gracia de Mayo Simon (2007) y El año del pensamiento mágico de Joan Didion (2008). Dios, ¿sigues ahí? y sus simpatiquísimas Yo soy una buena Madre Judía 1 y 2 y Yo soy una buena madre-abuela-suegra judía, son algunos de sus más recientes trabajos donde incluso incursiona con vehemencia y tino en la dramaturgia. Notable fue su actuación en Los árboles mueren de pie de Alejandro Casona, dirigida por D’Amico y acompañada por Edith González. Maestra en toda la extensión de la palabra, en el ámbito del teatro comercial mexicano, que marcó a generaciones, Susana Alexander tiene un lugar no sólo importante y destacado, sino sólido, insustituible y ejemplar. ¡Felices 55 años de trayectoria para nuestra querida, admirada y respetada maestra Susana Alexander, primerísima ac­triz y directora mexicana, y que vengan más éxitos, obras y creaciones!