Gonzalo Valdés Medellín

Estimulante es encontrar propuestas nuevas, revitalizantes y dotadas de frescura —en la mejor acepción del término— que congregan dosis de creatividad, talento y rigor propositivo. Ese es el caso de A ojos cerrados, pieza de Marcos Radosh que dirige con argucia y audacia Miguel Santa Rita. Historias que se entrecruzan en un viaje aéreo, justamente a ojos cerrados, el espectador se hace partícipe de la acción a través del oído. Entra al espacio, toma asiento; una azafata —de alguna hipotética línea aérea— da las instrucciones de vuelo… Pero el espectador deberá ponerse un antifaz. No verá nada, sólo escuchará, percibirá, sentirá las emociones de un buen número de personajes que buscan… ¿Qué buscan? El amor, las pasiones y el entendimiento de las mismas. Humor y drama, no hay tope para los matices que se perciben A ojos cerrados, y se viven, porque los actores trabajan con tal grado de excelencia y eficacia, que el público parecerá ser partícipe y testigo de las historias. Adriana Montes de Oca, Aldo Barhego, Ana Lourdes Hernández, Axel Arenas, Fernanda Aragón, Marcos Radosh, Miguel Santa Rita, Tabata Campos y Carla Castañe­da arman el magnífico elenco de A ojos cerrados, donde no veremos nada, pero sentiremos todo y reflexionaremos en la vida, en las relaciones humanas. Destaca el diseño sonoro de Santa Rita, Arenas y Sánchez, elemento nodal para entrelazar A ojos cerrados, propuesta de teatro independiente, jo­ven e incisivo, que puede verse en nuestros espacios alternativos y sin pretensiones de ninguna especie, sólo con la congruencia y solvencia del profesionalismo. Hay que verla. De lo mejor.