Perú, referente de nuestra cultura latinoamericana
Mireille Roccatti
Las altas montañas nevadas del nacimiento de la cordillera de Los Andes, en tierras del viejo reino del Perú, despiertan antiguos recuerdos, lejanos anhelos y nos permiten nuevas reflexiones respecto de lo maravilloso de la vida, de estar vivo y de haber vivido. Y no es que tenga “sorocho” o mal de montaña, es que la estancia en la montaña permite una intensa comunión emocional con la naturaleza que despierta el espíritu y aviva los sentimientos.
El contraste de la vida de los habitantes del mítico Cusco y los recorridos por las antiguas ciudades y templos de la ancestral cultura Quechua, nos trae a la mente la semejanza del proceso de conquista español en el Anáhuac y en las tierras de los Incas, la implantación violenta de la religión cristiana y la construcción de nuevos templos en los mismos lugares donde adoraban a los suyos. Y 500 años después las culturas originales de casi toda América, sobreviven a pesar del vasallaje cultural.
Los pueblos originarios mantienen su vitalidad, su lengua, sus tradiciones, en suma, su cultura y su manera de ser y enfrentar el destino, mismo que debe ser motivo de orgullo y reivindicación.
Hoy la adaptación de los peruanos de la región del Cusco a las prácticas de la industria turística es impresionante, la afluencia de cientos de miles de turistas extranjeros y nacionales peruanos es muy grande; reciben más de un millón de visitantes extranjeros al año.
Y estos visitantes reciben una lección de dignidad de los habitantes del Cusco, que reivindican y difunden su cultura, su amor por la naturaleza, el cuidado de su tempestuoso río Urubamba, sus prácticas milenarias del teñido de textiles, sus prácticas agrícolas en terrazas en tierras escarpadas en las montañas, sus cultivos de maíz y papa, en suma: su amor por la “pacha mama”, la madre naturaleza.
El recorrido por los estrechos y empedrados callejones del Cusco colonial, nos muestra también la belleza de los templos hispano-cristianos que dejaron su impronta, como en toda América. La arquitectura española de esa época, magnificente edificada y para durar para siempre, muestra un sincretismo en sus grabados y tallas de cuando los quechuas aportaron su mano de obra en su edificación, y otras aportaciones como balcones volados tallados en madera, que le dan un peculiar sabor a la arquitectura cusqueña. Lo mismo y más puede decirse de sus pintores y escultores, cuyas obras pueden admirarse al interior de la Catedral y otros templos de la ciudad.
Es importante destacar que entre su gente se percibe un gran orgullo de su peruanidad, se ven moderadamente contentos, sin que yo por lo menos hubiese notado irritación o descontento social.
Aunque pude presenciar actividad política con marchas en que impera una gran algarabía. En fin, el Perú, es un buen referente de nuestra cultura latinoamericana.