Fueron dados de alta los dos estadounidenses que estaban infectados de ébola del hospital universitario de Atlanta Emory. Se trata del doctor estadounidense Kent Brantly y de su compañera de misiones, Nancy Writebol, que fue repatriada días después que su compañero.

Ambos salieron del hospital luego de haber recibido un exitoso tratamiento experimental, que consistió en el suministro del suero ZMapp, que hasta entonces sólo había sido probado en monos, y que también se le aplicó al sacerdote español Miguel Pajares, que falleció.

Brantly, de 33 años, y Writebol, de 59, son los primeros pacientes a nivel internacional en recuperarse con el fármaco experimental, después de que contrajeron la enfermedad en Liberia mientras realizaban trabajo humanitario con pacientes infectados.

Los dos fueron evacuados de Liberia individualmente en un avión privado y con protocolos especiales, incluido el uso de trajes tipo espacial, para evitar nuevos contagios.

El medicamento es un cóctel de anticuerpos monoclonales desarrollado inicialmente en un ratón modelo de infectado por ébola; un anticuerpo monoclonal es una especie química homogénea (una proteína concreta), a diferencia de las colecciones complejas de anticuerpos irreproducibles, que se obtienen extrayendo sangre a animales infectados, informó Javier Sanpedro, periodista y científico español.

Los genes para estos anticuerpos fueron después adaptados para su uso en humanos y transferidos a plantas de tabaco para su producción eficaz y barata.

Actualmente…

Siguen en aumento las muertes por ébola, ya ha llegado a mil 350, de los que 106 han perdido la vida entre el 17 y 18 de agosto, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De los nuevos casos, 95 se han reportado en Liberia, donde la situación es la más grave y se considera que es vital contener la propagación del virus si se quiere erradicar este brote que también afecta a Guinea, Sierra Leona y, aunque en menor medida, a Nigeria en donde se confirmó la muerte de una quinta persona por la enfermedad.

Se trata de la doctora Ameyo Stella Adadevoh, que contrajo el virus al tratar al estadounidense Patrick Sawyer, quien viajó a Nigeria desde Liberia y se convirtió en la primera persona fallecida en ese país.

Virus del ébola

Se manifiesta a través de una súbita fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta, seguidos de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas hemorragias.

La enfermedad se contagia por contacto directo con la sangre y fluidos corporales de personas o animales infectados, ya sean vivos o muertos; tiene una tasa de mortalidad de hasta un 90 por ciento y hasta la fecha no hay tratamiento específico ni vacuna para las personas ni los animales. Sin embargo, y en África también hay muchos enfermos que se recuperan del virus, sin tratamiento alguno más que el reposo.

Los brotes de ébola se producen principalmente en aldeas remotas de África central y occidental, cerca de la selva tropical y se considera que los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros de la familia Pteropodidae.

El virus se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Nzara (Sudán) y Yambuku (República Democrática del Congo). La aldea en que se produjo el segundo de ellos está situada cerca del río Ébola, que da nombre al virus.

El brote actual se detectó en el mes de marzo pasado y está fuera de control según Médicos Sin Fronteras (MSF), uno de los organismos internacionales que se encarga de su contención sobre el terreno, además se ha dicho que es la propagación de mayor alcance que se ha registrado desde su origen.

Por su parte, el viernes 8 de agosto, la OMS decretó el estado de emergencia sanitaria internacional, por lo que recomendó realizar restricciones de viajes de personas probablemente contagiadas e incluir análisis de sangre.

El día 11 de agosto, el organismo de Naciones Unidas aprobó -dada la gravedad de la situación- utilizar medicamentos experimentales en el brote después de que una comisión de 12 expertos considerara “ético” usarlos aunque no se conozcan los posibles efectos secundarios o la efectividad.