China tiene muchos dólares, más de lo que necesita para comprar en Estados Unidos y otros países que aceptan dólares, pues normalmente vende al exterior más de lo que compra. Su excedente de dólares, entre otros usos, lo guarda bajo la forma de bonos del gobierno de EU.
Los países emergentes, como los BRICS, se enfrentan comercialmente a un país, EU, y una Unión Europea, cuyos problemas de difícil expansión productiva y acentuado desempleo deprimen sus compras del exterior.
Países que necesitan comprar al exterior y normalmente pagan con dólares, al no poder vender normalmente, se quedan sin los dólares necesarios para comprar.
En China se observó que las ventas al exterior mostraban un descenso respecto a sus previsiones. Y tomó la iniciativa de invitar a sus compradores de los países y territorios más cercanos a pagar con las monedas de cada uno de ellos las mercancías chinas, al mismo tiempo que aceptaran las monedas chinas como pago de sus propias mercancías. Todo ello para salvar la escasez de dólares que impedía un desenvolvimiento normal del comercio internacional.
El proyecto se hace realidad y el intercambio empieza a dar resultados positivos. Ahora, la propuesta se extiende a TODOS los países del BRICS, pero el manejo de este estilo de pago empieza a hacerse más complejo. Pues, el comercio internacional proviene de la expansión de la producción y por tanto del intercambio de materias primas, máquinas de producción, alimentos, energéticos, servicios de transporte, lo cual, nos pone ante la necesidad del crédito internacional.
Aquí es donde aparece la necesidad de institucionalizar los PAGOS de mercancías y de créditos, o sea, un Banco de BRICS, que reúna las voces de los implicados independientemente de su tamaño de actividad productiva o recursos, un banco que oiga y actúe no en función de su prisa por cobrar sino para fomentar. Un banco que hasta ahora no existe, pero que ya no dilata para aparecer.
Profesor de las Facultades de Economía y Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM