El 5 de agosto de 2013, Hassan Rouhani asumió la presidencia de Irán tras la herencia de una administración polémica en todos los rubros. A un año de este triunfo electoral, aunque ha habido algunos avances en materia de política exterior y la denominada cuestión nuclear, la situación interna en Irán ha cambiado poco, es decir, aún permanecen los precios altos en los alimentos, persisten muy pocos espacios para ejercer la libertad de prensa y se mantienen altos índices de corrupción y desempleo, características conectadas a los malos manejos de la administración pasada pero también a la crisis del capital internacional actual.
El triunfo de Rouhani, no obstante, ha mostrado algunos elementos que vale rescatar para evaluar este año de gobierno: 1) que el movimiento verde, dentro y fuera de Irán, sigue vigente; 2) que la visión de la política sultánica que coloca a Ali Jamenei y a los Pasdaran como el cuerpo de hombres que deciden al final sobre todas las cosas en Irán debe revisarse y, 3) que la élite conservadora en Israel y Estados Unidos tendrá más trabajo en sancionar a un clérigo intelectual y moderado que aquel que tuvo cuando se trataba de un Ahmadineyad agresivo retóricamente y políticamente populista.
El Movimiento Verde
El movimiento verde se pintó de morado, ese fue el color que Rouhani escogió para su campaña política, y el color que se usó para evitar su relación directa con líderes como Musavi y Karubi, a quienes por cierto el nuevo presidente iraní ha prometido liberar dada su condición de arresto domiciliario. Muchos iraníes han afirmado que Rouhani ganó con los mismos votos que le robaron a Musavi en 2009, y aunque no podemos confirmar tal cosa con seguridad, es un hecho que Rouhani ciertamente produjo un gran júbilo entre la juventud iraní justo cuando se anunció como ganador de la contienda.
Aunque la nueva administración ha liberado a algunos presos políticos todavía quedan pendientes como la creación del Ministerio de la Mujer, un mayor margen de acción para la libertad de prensa y de expresión, así como una apertura a la crítica y a la retroalimentación por parte del gobierno y su sistema, elementos que están en la agenda del Movimiento Verde cuyos líderes han cobrado una importancia grande en países como Alemania, Estados Unidos, Inglaterra y Suecia, y que piden, a través del uso de un lenguaje liberal, varias reformas al sistema y no una revolución como muchos habían querido verles. En pocas palabras, el Movimiento Verde sigue hablando de refolución.
Los Pasdaran
La victoria de Rouhani se había visto como una “primavera electoral”, donde el pueblo había hecho respetar su voz ante un Irán acosado por las sanciones económicas provenientes de EEUU y Europa así como por la retórica belicista de Israel, factores que, juntos, han hecho que la situación económica y política en el país se haya deteriorado en los últimos años dada la inflación y el desempleo entre los jóvenes así como los resultados de las políticas populistas de la administración pasada.
A este respecto, tenemos que decir que lo importante en las redes de poder iraníes no es tanto observar a Rouhani como única y última figura en la toma de decisiones, ni un hombre que hará milagros en la economía o geopolítica de esa nación, pues aunque es el segundo hombre más poderoso del país ciertamente tiene un margen limitado con respecto a lo que puede hacer, por ejemplo, el Líder Suremo Ali Jamenei. Lo importante entonces es observar el equipo con la que ha trabajado, sus contactos y los resultados que ha dado en este año para liberar tensiones económicas, suavizar sanciones, y relajar las presiones internacionales en muchos negocios de los pasadaran, elite militar que maneja los recursos de poder más grandes del andamiaje iraní entre ellos el petróleo, el gas y las comunicaciones, rubros manejados en gran mayoría por la empresa Jatam al Anbiya, una de las constructoras más grandes del Medio Oriente. En este sentido los Pasdaran han estado muy agradecidas con la reciente política exterior de Rouhani para no asfixiar las empresas y los bancos de esta elite por la falta de liquidez y por la liberación de algunas de sus cuentas en el extranjero, principalmente Europa y Estados Unidos.
Irán y la política internacional
Pese al incendio que hay en la región del Medio Oriente que comenzó con el golpe de Estado en Egipto, el impasse en Siria, el surgimiento del grupo del Estado Islámico de Iraq y el Levante y la intervención militar de Israel en Gaza, el escenario actual en la región es una oportunidad para que Washington y Teherán colaboren en una alianza que pueda cambiar la geopolítica de la región como le hemos conocido durante la segunda mitad del siglo XX. Este acercamiento político entre Irán y Occidente, demostrado durante el primer acuerdo temporal entre Irán y el G5+1 en Noviembre de 2013, materializó el pragmatismo que reina en las relaciones internacionales actuales y en la manera en la que operan las alianzas cuando éstas responden más a intereses coyunturales que a meras elaboraciones ideológicas y/o religiosas como comúnmente se les presenta.
Irán y Estados Unidos podrían colaborar juntos en la crisis siria y en la estabilización de Iraq, esto a cambio de mejoras económicas y negocios en conjunto, elementos que, dada la situación regional, tendrían que lidiar con la oposición de actores históricamente opuestos a dicho cambio tales como Arabia Saudí, Egipto e Israel, países que han hecho todo lo posible por mantener una división latente entre el denominado mundo árabe e Irán.
Los retos de Rouhani
Ciertamente la nueva administración iraní tendrá que librar obstáculos externos como los antes mencionados pero también tendrá que vérselas con los grupos iraníes más conservadores al interior del país. Estos grupos que están en contra de cualquier acercamiento con Occidente y cualquier tipo de negociación con Estados han estado provocando al presidente sin lograr aún una declaración que pueda comprometerlo con el Líder Supremo, una fricción que históricamente se ha repetido en todas las administraciones cuando se estudian las políticas públicas del Líder y las del Presiente en ejercicios comparativos.
Hasta ahora Rouhani ha sabido mantener su postura de hombre de centro, un hombre que está cerca de los reformistas y entiende sus posturas pero fiel al régimen del cual es parte a final de cuentas; con muchos contactos en la política interna, los seminarios religiosos y las política exterior, pero que sabe las preocupaciones de los militares en el ámbito interno y la geopolítica mundial. Mantenerse en este escenario complejo de fuerzas, sin desairar a la base social que le votó, será el principal reto del presidente actual iraní en medio de las nuevas tensiones por las que pasa el Medio Oriente.
Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales de la UNAM, especialista en Medio Oriente.