Hacendaria integral
Julio A. Millán B.
No puede haber crecimiento a tasas elevadas, sustentable y con estabilidad, sin finanzas públicas sanas. México se caracteriza por tener una de las recaudaciones de impuestos más bajas, por lo menos entre sus pares de la Organización para el Comercio y Desarrollo Económico.
Prácticamente todas las administraciones en los últimos treinta años han planteado reformas fiscales, en especial luego de las crisis que ponen de manifiesto los peligros del desequilibrio fiscal que vive México, pero sin cambios sustantivos.
Se han ido una y otra vez las oportunidades de homologar el Impuesto al Valor Agregado, que tiene varias virtudes, no sólo la de cerrar una brecha de gasto fiscal causada por las diferencias en tasas y los artículos con tasa cero y los exentos. La recomendación es disminuir la tasa en el Impuesto Sobre la Renta, homologar y generalizar la tasa en valor agregado, homologar y elevar la tasa en impuesto predial y mantener una estructura de impuestos especiales para corregir externalidades y desincentivar el consumo de algunos productos. Se fue la oportunidad.
Ahora se cierne sobre la economía la amenaza de las pensiones, que muchos siguen minimizando, porque no se le ve como algo que caerá como lápida sobre la economía, pero si nos tomamos un tiempo para observar cómo ha aumentado este concepto de pago en el presupuesto y como se prevé que crezca en los próximos veinte años, en especial si se suman los pasivos laborales de Pemex y CFE, total o parcialmente, el futuro no se ve con buenos augurios. Elevando la edad para el retiro es sólo un paliativo parcial, aunque debería buscarse que todos los trabajadores formales lo hicieran, en especial los que están en los sindicatos consentidos, como el del IMSS, al que pocos le han puesto atención, pero que es otra bomba de tiempo.
Ahora, el INEGI acaba de dar a conocer sus nuevas estimaciones sobre la economía informal, otro gran escollo para el crecimiento, revelando que una cuarta parte del PIB se genera en la economía informal por casi dos terceras partes de los trabajadores. Ya sea desde sus hogares en micronegocios que no están registrados ni pagan ningún impuesto ni contribuyen al sistema de seguridad y prevención social.
Como puede verse, la agenda para conseguir que la economía registre una reforma estructural de fondo, que garantice una elevada tasa de crecimiento sustentable es muy amplia y requiere que ahora tanto los diseñadores de políticas públicas, como los legisladores, se aboquen a plantearla y ponerla en práctica.
Ya la sociedad está consciente de que no puede haber cambios sin un precio que pagar, pero, luego de lo que ya vivimos, todos deberíamos estar dispuestos a pagarlo. Todo esto nos lleva a considerar que una reforma hacendaria integral es indispensable para los próximos años.
