Reparar el tejido social, pero sin romperlo
Las conductas, como las enfermedades,
se contagian de unos a otros.
Francis Bacon
José Fonseca
Los escándalos por los videos que muestran al hijo del exgobernador de Michoacán y a la alcaldesa de Pátzcuaro en sendas reuniones con el cabecilla de la banda criminal de Los Templarios nos dan una muestra de la enorme tarea pendiente para reconstruir el tejido social de la entidad.
Son apenas un atisbo de cómo Los Templarios, como células cancerosas, contaminaron paulatinamente a la sociedad michoacana, no sólo a la clase política.
Ante la desesperación michoacana por la violencia de la banda criminal de Los Zetas que empezaban a controlar las actividades ilegales de la entidad, surgió La Familia y en la violencia se convirtieron en Los Templarios.
Inicialmente fueron vistos como los salvadores de Michoacán, por ser todos michoacanos y haber logrado la expulsión de los violentos Zetas.
Pronto Los Templarios se convirtieron en los grandes solucionadores de problemas cotidianos, en los jueces y árbitros quienes se acudían para resolver situaciones difíciles que las autoridades no atendían, en los protectores de los michoacanos. Claro, a cambio de un pago por esa protección, protección que no proporcionaban los gobiernos.
Pero al estilo de las mafias rusas surgidas a la caída del régimen comunista en Rusia, ya no se limitaron a cobrar por la protección, se empezaron a convertir en los socios no visibles de todas las actividades económicas de la sociedad.
Los socios silenciosos y abusivos que lo mismo se transformaron en exportadores de minerales a través del puerto de Lázaro Cárdenas que en los controladores del mercado de los productos agrícolas de Michoacán.
Hasta que la sociedad michoacana, no las autoridades, empezaron a sentir que era asfixiada, política, social y económicamente, por Templarios. Y empezaron las rebeliones. Ésa fue la razón del surgimiento de las autodefensas, el reclamo porque ya hasta decidían los criminales cuándo levantar cosechas y cuándo no, además de cobrar escandalosas cuotas por tonelada de producto.
Sólo la intervención del gobierno federal el pasado enero ha empezado a liberar poco a poco a la sociedad del yugo de Los Templarios. Ésa es la tarea del comisionado Alfredo Castillo, el lento desmantelamiento de la red tendida por las bandas criminales a lo largo y lo ancho de la sociedad michoacana.
Se busca que los michoacanos dejen de ver a la banda criminal como los solucionadores de los problemas y lograr que poco a poco vean a las autoridades, federales, estatales y municipales como los únicos capaces de atender los problemas de los michoacanos.
En suma, reparar el tejido social, pero sin romperlo. Eso exigirá paciencia, mucha paciencia. Y serenidad por las exigencias de quienes quieren soluciones hoy, hoy, hoy.
Así de sencillo, pero también así de difícil.
jfonseca@cafepolitico.com