Sin razón de ser
Teodoro Barajas Rodríguez
Los diputados salen regularmente mal evaluados en encuestas y trabajos de opinión, la percepción de una gran parte de ciudadanos es que se trata de gestores muy bien pagados, ausentes en gran medida de su encargo principal que consiste en hacer leyes, proclives a ocupar la tribuna para lanzar exabruptos, en suma ven a los legisladores como una casta de buenos para nada.
Quinientos diputados son un exceso en un país que suele registrar altos índices de pobreza y, consecuentemente, desigualdad como lo establecen diversos indicadores. A últimas fechas el debate en torno a la eliminación de los legisladores vía plurinominal retornó a la arena política, aunque puede ser únicamente un distractor toda vez que la Carta Magna indica que los temas electorales no pueden ser parte de las consultas, de tal manera que puede ser una ocurrencia oportunista porque en amplios sectores de la población verían favorablemente la desaparición de la citada figura legal.
En diversos casos, los partidos políticos, actores trascendentes en nuestro sistema electoral, suelen elegir cuadros de trayectoria probada para ocupar los espacios no sujetos a las contiendas por medio del voto directo, esto implica no arriesgar militantes más bien aseguran sus aportaciones, así lo ha demostrado la historia reciente.
De los 500 diputados, son 200 los que llegan a las curules mediante la representación proporcional, ellos en todo caso representan una causa definida partidaria porque no están comprometidos con los electores de algún distrito específico, regularmente se trata de componendas, reacomodos de grupos internos. Los signos temporales indican que ya las diputaciones plurinominales perdieron razón de ser, es un asunto sumamente oneroso, la reforma electoral de 1977 originó la carta de naturalización de la representación proporcional y obedecía a otro contexto; fue otro México.
El tema de suprimir o disminuir diputados plurinominales o a los senadores por lista —que desnaturalizó la esencia federalista de la Cámara Alta— es recurrente en tiempos de campañas electorales, dicho tópico fue abordado por el entonces candidato a la presidencia de la República Enrique Peña Nieto, igual por Josefina Vázquez Mota. Incluso en el año 2009 el diputado panista Cesar Daniel González propuso la desaparición de los plurinominales.
Una vez que se promulgaron las reformas electorales de 1977 nuestro país vivía bajo el signo del partido hegemónico del antiguo régimen, se favoreció a los partidos de oposición que contendían en medio de la inequidad, algunos parecían más empresas paraestatales, otros fueron clandestinos. El PAN jugaba el rol de oposición leal. Nuestra realidad expresa que la alternancia llegó para quedarse.
En suma, los diputados plurinominales no tienen razón de ser en el México del siglo XXI, aunque se antoja difícil que los partidos representados en el Congreso renuncien a un sistema procedimental que les garantiza canonjías y de nuevo tendremos ese debate recurrente como coyuntural.
