Ninguna discriminación en ninguna condición
Angélica de la Peña Gómez
México no es el mismo de hace tres años. La reforma constitucional de junio de 2011 significó un cambio de paradigma en nuestro marco jurídico fundamental, pues colocó en el centro de la protección constitucional los derechos humanos.
Sin embargo, el diagnóstico que hemos elaborado los tres Poderes de la Unión identifica con claridad que muchos apartados de aquella reforma continúan inconclusos, lo cual en sí representa una agenda esencial en derechos humanos.
La ruta que debemos seguir los legisladores quedó inscrita desde la propia reforma en sus artículos transitorios, en los alcances derivados de cada uno de sus preceptos; particularmente, el artículo primero de nuestra Carta Magna llama a ponernos a trabajar de inmediato, justamente porque el marco jurídico no puede contener anacronismos, no puede ser incongruente con la realidad, ni a nivel federal, ni local.
Y, claro, la base fundamental de la nueva legislación permitirá que las políticas públicas definan sus acciones con otro enfoque, el de los derechos humanos; tal guía explícitamente ordena que no puede haber ningún tipo de discriminación por ninguna condición, y mientras no sea parte esencial de la cotidianidad de todos los mexicanos, no habremos cumplido con el nuevo espíritu de nuestra Constitución.
En ese sentido, el Senado de la República —creo— habrá de entrar en una etapa muy importante en el tercer año de la actual Legislatura y sería muy importante que en el periodo ordinario de sesiones, que comenzará en algunos días, trabajásemos en construir consensos, en conjuntar todas las voluntades políticas, para que sea el periodo de los derechos humanos.
Concluir lo que el Constituyente Permanente inició hace tres años, los asuntos que han quedado suspendidos, a medio camino; sin excluir el continuo perfeccionamiento de la legislación en diversas materias y que todavía está en la palestra, de manera general los enuncio: tortura; trata de personas; desaparición forzada o involuntaria; el sistema de protección integral de los derechos de los niños; el reconocimiento de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de todas las mujeres sin excepción, hasta alcanzar su completa visibilidad como sujetos de derechos.
No olvidamos la migración, tema muy complejo, de gran preocupación compartida con todos los países centroamericanos, en el que México debe seguir trabajando y coadyuvando para, junto con Estados Unidos, solucionar la crisis humanitaria que viven decenas de miles de niños no acompañados.
Es inaceptable que este tipo de situaciones ocurran a lo largo y ancho de, prácticamente, la mitad de nuestro continente americano y no nos conmueva, pero sobre todo, no nos impulse a garantizar que esa crónica anunciada —hace muchos años atrás— derive en reconocer las causas que originan que miles de personas abandonen todo en búsqueda de una mejor calidad de vida y transformarlas con una visión regional.
Por lo tanto, desde el Senado de la República, en coadyuvancia con la Cámara de Diputados, seguiremos trabajando en esta agenda, también delineada desde las recomendaciones del Examen Periódico Universal de las Naciones Unidas, desde las recomendaciones de los propios relatores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para que la realidad de cada una, de cada uno de los mexicanos, niños, adolescentes, mujeres y hombres, sea la del goce pleno y garantizado de sus derechos humanos. Ése es nuestro compromiso.
@angelicadelap
Presidenta de la Comisión de
Derechos Humanos del Senado de la República.

