Buenos augurios

Yazmín Alessandrini

Desde que asumió el cargo como presidente de la república, el 1 de diciembre de 2012, Enrique Peña Nieto demostró tener muy en claro hacia dónde quería dirigir su administración, pero sobre todo el rumbo del país. Y casi veintiún meses después de iniciado el camino, el primer mandatario tiene sobre la mesa el panorama completamente definido. El periodo reformista ha concluido, por lo que de aquí en adelante lo que veremos todos los mexicanos será la materialización de las 11 reformas estructurales concretadas y promulgadas, las cuales tendrán como objetivo primordial detonar una mayor eficiencia y productividad, así como generar condiciones para consolidar la democracia en todo México.

Así las cosas, de aquí a 2018 presenciaremos, desde muy distintos frentes y trincheras, esfuerzos coincidentes y paralelos cuyo resultado final deberá ser un nuevo estadio de bienestar para los poco más de 118 millones de mexicanos que generación tras generación hemos vivido expectantes de una verdadera transformación que nos beneficie a todos por igual. En días recientes, la prensa francesa señaló que “México se afirma como el campeón mundial de las reformas estructurales” (La Croix y L’Opinion). Buen augurio. Sin embargo, lo verdaderamente trascendente del asunto es que todos hagamos lo que nos corresponde, y me refiero a hacerlo correctamente, para que el engranaje nos conduzca al terreno de lo tangible, de lo concreto, de lo real.

Lo político ya se hizo, ya quedó atrás. El Pacto por México, con tirones y jaloneos, chantajes y amagos, cumplió con su cometido y todas las fuerzas políticas involucradas, hay que reconocerlo y ponderarlo, con su participación, aportación y disposición lograron ubicar México en un periodo inédito que se antoja histórico, porque nunca antes nadie había logrado lo que en esta ocasión se consiguió en el ámbito político.

Tras enmendar 81 leyes, crear 21 nuevos textos legislativos y suprimir otros 15, el Congreso de la Unión llegó a fase de definición hace unos cuantos días con la aprobación de la reforma energética, que para muchos especialistas y analistas difícilmente sería aprobada, pero al concretarse, el sentimiento generalizado fue de entera satisfacción, toda vez que este periodo legislativo pasará a los anales como el antes y el después de aquello que cambió el rumbo de México de manera definitiva.

La reforma energética, la reforma en materia de competencia económica, en telecomunicaciones y radiodifusión, la hacendaria, la financiera, la laboral, la educativa, la nueva Ley de Amparo, el Código Nacional de Procedimientos Penales, la reforma político electoral y la reforma en materia de transparencia… todas importantes, todas con un peso específico y todas con un papel preponderante dentro del andamiaje de progreso y competencia en el que estamos tan urgidos de ser incluidos.

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