Nuevo aeropuerto internacional
Yazmín Alessandrini
Aspirar al progreso y a la modernidad no tiene por qué ser cosa de fantasías descabelladas o sueños guajiros. Por eso, tras el Segundo Informe del presidente Enrique Peña Nieto, estamos en el entendido de que la gestión del mexiquense se está recargando fundamentalmente en las verdaderas necesidades de aquellos a quienes verdaderamente deben asignarse las obras y los presupuestos.
El anuncio de que (ahora sí) se construirá el aeropuerto alterno al (ya obsoleto) de la ciudad de México y que el Metro sufrirá una considerable ampliación, deja en mucho de nosotros un muy buen sabor de boca.
Con respecto a la nueva sede aeroportuaria ésta se edificará precisamente en Texcoco, Estado de México, justo donde se planeó originalmente hace dos sexenios, y requerirá de una inversión de 120 mil millones de pesos (incluidos los costos de las vialidades y de la infraestructura que se requieren para ponerlo en marcha).
De acuerdo a las proyecciones, dos de las seis pistas que lo conformarán comenzarán a operar a finales de 2018 y la magnitud del proyecto, que se espera sea 400% más grande al que se previó originalmente, dependerá de las negociaciones que se realicen con los dueños de lo terrenos texcocanos.
Una vez que esté operando a su máxima capacidad, este nuevo aeropuerto transportará anualmente a 120 millones de pasajeros, lo que representa cuatro veces más el número de viajeros que lo utilizan actualmente y su diseño/construcción recaerá en los despachos arquitectónicos Norman+Partners de Norman Foster y FR-EE de Fernando Romero (yerno del magnate mexicano) Carlos Slim.
Para quienes no ubiquen a Foster, éste es un prestigioso arquitecto británico cuyos proyectos internacionales incluyen obras de infraestructura pública, recintos culturales y diseño de productos.
La viabilidad de este nuevo aeropuerto, de acuerdo a lo expresado por el presidente Peña Nieto, está planeada para 40 años y lo mismo moverá pasajeros que carga y, de liberarse el último paquete de terrenos que aún se están negociando con los ejidatarios texcocanos, podría tener hasta un total de seis pistas que se ubicarán en 12 mil 500 hectáreas de la zona antigua del Vaso de Texcoco.
Y contrario a lo que muchísimos detractores han apuntado, previo a la construcción de esta megaobra la Organización de Aviación Civil Internacional realizó un sinfín de estudios de aeronáutica, hidrológicos, impacto ambiental, sustentabilidad, uso de suelo, ingeniería y arquitectura para determinar que este es el lugar más adecuado. Así de sencillo.
Pues, ¡manos a la obra!
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