Pese al alto el fuego entre Israel y Hamas, todos pierden
Bernardo González Solano
El Oriente Medio está en ascuas, pese a que después de 50 días de hostilidades, por tercera ocasión Hamás e Israel suscribieron un alto el fuego entre ambos. De parte y parte cantaron victoria reclamando un “triunfo” con sabor a sangre, el saldo es de más de 2,100 muertos, la mayoría civiles palestinos, incluyendo centenares de niños, así como decenas de soldados israelíes (64), un niño y cuatro civiles. El gobierno de Benjamin Netanyahu y los dirigentes de la organización islamista buscan justificar sus respectivas acciones bélicas cantando victoria, pírrica, pues ninguno podría explicar, con razones válidas, en qué consiste esa “victoria”, pues tanto Eretz Israel como la Franja de Gaza se encuentran peor que hace dos meses. Una vez más la historia parece repetirse, pues tras la guerra de 2012 se estableció un cese el fuego similar al de ahora con la promesa de cambios en las relaciones entre israelíes y gazatíes, y al final únicamente sirvió para que todo siguiera como estaba antes del pacto.
Infortunadamente, el grave problema del Oriente Medio no se reduce a Israel contra Hamás y los palestinos en general, sino a casi todos los países de la zona, en algunos casos, por el surgimiento del reciente Estado Islámico (EI), que revive un califato del pasado, que atemoriza no solo a Irak, Siria, Arabia Saudí y los Emiratos del Golfo Pérsico sino a la región completa, pues el avance de los yihadistas podría dar paso a un “enfrentamiento religioso” de gravísimas consecuencias.
Como siempre sucede, pese a las constantes reticencias del primer presidente afroamericano de Estados Unidos de América, Barack Hussein Obama, para no comprometer a su país en otra “guerra” contra el terrorismo “islámico” o en novísimas acciones unilaterales en la incandescente zona que fue la cuna de la civilización occidental, el inquilino de la Casa Blanca desesperadamente busca aliados para combatir a los sanguinarios terroristas del EI. Obama ha repetido sus propósitos al respecto: “Eliminar de raíz un cáncer como el Estado Islámico no será fácil ni rápido…Estamos urgiendo a los países de la región para que apoyen a los iraquíes en la lucha contra estos terroristas bárbaros, y con este objetivo estamos construyendo una coalición internacional”.
Apenas en 2011 Estados Unidos retiró sus tropas de Irak donde llegó —afianzado en una mentira sobre arsenales inexistentes de armas químicas— en 2003. En días pasados regresó a este país para bombardear a los efectivos del EI por petición y permiso del gobierno de Bagdad. Así, Chuck Hagel, secretario de Defensa estadounidense, anunció a fines de agosto que siete países: Albania, Canadá, Croacia, Dinamarca, Italia, Francia y el Reino Unido, se aliaban con el Tío Sam en el compromiso de suministrar armas y equipamiento a los efectivos kurdos que combaten a los opositores suníes en el norte de Irak. Como ramificación del problema iraquí, se agrega la posibilidad de que Estados Unidos amplíe los bombardeos selectivos sobre Siria en posiciones yihadistas. Decisión complicadísima para Obama, pues carece de información cierta sobre posibles objetivos amén que no reconoce al gobierno de Bachar el Asad que enfrenta una guerra civil que ya suma 200,000 muertos. Hace 12 meses el sucesor de George W. Bush suspendió, en el último momento, el bombardeo de posiciones tomadas por el ejército sirio. Ahora cabe hacerlo contra las milicias del Estado Islámico. No siempre “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. No obstante, a fines de agosto la Air Force empezó a sobrevolar territorio sirio con el fin de recopilar información, lo que le permitiría decidir a Obama si ataca o no, algo que está en el aire, lo que motivó muchas reuniones en la Casa Blanca con los principales jefes del Pentágono y del Departamento de Estado.
Al comienzo del mes, John Kerry, Secretario de Estado de Estados Unidos, urgió la formación de una alianza internacional para frenar el avance de los yihadistas del EI en Irak y Siria y tratar de evitar su expansión a otras naciones. En un editorial del The New York Times, Kerry manifiesta que “ningún país respetable puede apoyar los horrores perpetrados por el EI y ningún país civilizado debe eludir su responsabilidad en ayudar a acabar con esta enfermedad”…”no todas las naciones tienen que contribuir con ayuda militar, sino también se requiere asistencia humanitaria y de inteligencia”…”Lo que se necesita para hacer frente a su visión nihilista —la del EI—, y su agenda genocida es una coalición internacional que use las herramientas políticas, humanitarias, económicas, de seguridad y de inteligencia para apoyar a la fuerza militar…Con una respuesta unitaria… y la más amplia posible alianza de naciones, el cáncer del EI no podrá expanderse a otros países”.
La estrategia estadounidense tratará de completarse en próximas instancias. Primero en la OTAN, para recabar el máximo apoyo entre sus aliados de la Unión Europea, y segundo en una gira diplomática por países del Oriente Medio para buscar colaboración con las capitales más directamente amenazados por los yihadistas. Además, en este mes de septiembre, Estados Unidos presidirá el Consejo de Seguridad de la ONU, ocasión que aprovechará el gobierno de Obama para ampliar la coalición internacional frente a la “guerra santa” del Estado Islámico.
John Kerry abundó en el citado editorial: “Construir una coalición es un trabajo duro, pero es la mejor manera de enfrentar a un enemigo común. Cuando Saddam Hussein invadió Kuwait en 1990, el presidente George Bush (padre) y el entonces Secretario de Estado, James A. Baker, no actuaron solos ni apresuradamente. Formaron metódicamente una coalición de países cuya actuación concertada dio paso a una rápida victoria…Los extremistas pueden ser derrotados sólo cuando las naciones responsables y sus pueblos se oponen a ellos”.
El brutal asesinato del periodista estadounidense James Foley a manos del EI —posiblemente fuera de nacionalidad británica el ejecutor, uno de tantos ingleses que forman parte de las milicias yihadistas—, que horrorizó a la opinión internacional cuando los propios yihadistas publicaron el video del degollamiento, incrementó la presión (interna y externa) sobre Barack Obama para que también intervenga en Siria como ya lo hace nuevamente en Irak con bombardeos sobre posiciones del EI.
En tales circunstancias, si Washington logra concertar la alianza de otros gobiernos occidentales— porque de antemano saben que ni China ni Rusia lo avalarán—, procurarán que los líderes occidentales preparen a la opinión pública internacional para un prolongado compromiso militar en aquella región del mundo. De hecho, a largo plazo, es poco probable que Estados Unidos logre destruir o incluso contener el yihadismo criminal sin involucrarse en Siria. Algo que personalmente repele Obama, pero que finalmente deberá ceder. Al tiempo.
Analistas, como Brian Katulis, del laboratorio de ideas Center for American Progress, dice: “Cada vez más la cuestión no parece tanto si (habrá un ataque) sino cuándo y cómo”. Agrega: “si finalmente Estados Unidos interviene, la operación será modesta, más táctica que estratégica”.
Es claro que el moreno Obama no quiere intervenir solo en Siria ni afrontar, por sus pistolas, la amenaza yihadista en territorio iraquí. La búsqueda de aliados diplomáticos la Casa Blanca la hace por todos los medios, hasta en periódicos como The New York Times que no siempre apoya las propuestas presidenciales. El famoso diario enlista los países que busca el Tío Sam: Australia, Reino Unido, Jordania, Qatar, Arabia Saudí, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos. Algunos aumentarían la ayuda a la oposición siria moderada; otros, como Inglaterra y Australia, tomarían parte en los bombardeos , según fuentes oficiales citadas por ese periódico.
Explica Brian Katulis: “La cuestión ahora es si Obama tiene suficiente información sobre el terreno para lanzar algún tipo de ataque y, en segundo lugar, si tiene un objetivo definido sobre qué quiere conseguir con los ataques”.
En Irak, el objetivo era frenar el avance del Estado Islámico hacia Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, aliado de Estados Unidos, y prevenir la matanza de la minoría yazidí. En Siria, los objetivos parecen menos definidos.
En tanto se definen los pasos a seguir de EUA y de otros países occidentales en contra de la yihad del Estados Islámico —en Irak y Siria—, en la Franja de Gaza e Israel es el momento de reflexionar y, en su momento, de adoptar decisiones difíciles. De otra suerte, por cualquier problema, alguno de los dos bandos, o al mismo tiempo, tendrán excusas para lanzarse misiles cuando menos se piense.
En principio, estos 50 días de enfrentamiento bélico, le demostraron a Gaza que está sola, no obstante las “declaraciones de apoyo” de otros países de la región y fuera de ella. Apoyo que no se tradujo en apoyo tangible u otras medidas contra Israel. Gaza debe prepararse para cuidar de sí misma y la mejor forma de lograrlo es a través de la unidad entre Hamás, Al Fatah, Yihad en la Franja, en Cisjordania y en la diáspora. Solo juntos lograrán el ansiado Estado Palestino.
En Israel las cosas no son más fáciles. Netanyahu hace frente a criticas diferentes desde varios frentes, internos, y la economía se ha resentido por los gastos de la guerra. Los palestinos deberían aprovechar esta coyuntura. El conflicto, por el momento, puede haber terminado, pero debe continuares a nivel diplomático. Unos y otros deben hacerlo. Si no es así, abur. VALE.
