Entrevista a Víctor Rodríguez Rangel /Curador de José María Velasco, perspectivas de una época

 

 

Jacquelín Ramos

Considerado uno de los grandes pintores que vio nacer el siglo XIX, nadie como José María Velasco (1840-1912) supo plasmar la belleza, serena unas veces, exuberante otras no sólo del paisaje mexicano sino también como un dibujante sobresaliente involucrado con el desarrollo de las ciencias sociales y naturales, otorgándole un lugar preeminente dentro de la plástica mexicana.

En los lienzos del también conocido como el “arquitecto de aire”, no hay rastros de su fe católica ni de sus posiciones políticas. Nunca se ocupó en su trabajo pictórico de la agitada realidad social en la que le tocó vivir. Eran los tiempos de Juárez y Maximiliano, de Lerdo y de Díaz, de las cruentas luchas entre liberales y conservadores; una etapa constante de desencuentros entre las diferentes fuerzas políticas del país. Sin embargo, sus paisajes plasman instantes de tranquilidad de la campiña mexicana en medio de estos tiempos turbulentos que nos transportan a un espacio y un tiempo entrañables: el México del siglo XIX.

Con su extraordinaria producción artística, Velasco hizo realidad el sueño de tantos artistas al lograr que la pintura mexicana alcanzara el reconocimiento universal, poniendo a México a la par con Europa en el ámbito cultural.

Así lo aseguró en entrevista a Siempre! Víctor Rodríguez Rangel, curador de la muestra Territorio ideal. José María Velasco, perspectivas de una época, que se exhibe en el Museo Nacional de Arte, como parte del inicio de la renovación integral de su exposición permanente.

Fue un importante investigador

Platíquenos un poco más sobre la vida y obra de este gran pintor mexicano José María Velasco.

Podemos decir que José María Velasco es el genio de la pintura mexicana del siglo XIX, no sólo fue un pintor de paisaje sino un extraordinario dibujante, involucrado con el desarrollo de las ciencias sociales y naturales en la segunda mitad del siglo XIX, al tiempo que se expandía por el mundo el pensamiento evolucionista de Darwin, pues trabajó para revistas especializadas en las ciencias del hombre y en las ciencias de la tierra. Todo empieza cuando ingresa a los 15 años a la Academia de San Carlos, entra a la clase de pintura de figura que era la única que existía en aquella época; tres años después se integra a las clases de pintura de perspectiva y paisaje con su maestro Eugenio Landesio; a partir de ahí se vienen una serie de triunfos en la academia, había exposiciones anuales o periódicas donde sus obras van recibiendo diversos premios, por lo que se convierte en un artista muy querido por el imperio de Maximiliano.

Aquí lo importante es ver cómo se fue involucrando con otras esferas, por ejemplo ingresó cómo ilustrador de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, a la postre llegó a ser el director de la Sociedad. Lo invitan también como ilustrador para el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, lo que le provoca a convertirse en un importante investigador y miembro destacado de la Sociedad Geológica Mexicana que se encuentra en la Nueva Santa María y que hoy es también el Museo de Geología.

A distancia, podría decirse que es nuestro Leonardo da Vinci, porque con su extraordinaria producción artística, Velasco hizo realidad el sueño de tantos artistas al lograr que la pintura mexicana alcanzara el reconocimiento universal, poniendo a México a la par con Europa en el ámbito cultural.

Velasco recibió premios por investigaciones de cómo cambia el sistema respiratorio del ajolote o el sirerón mexicano, que se encontraba en lagunas como las de Texcoco o las de Xochimilco, y que a lo largo de la corta vida del batracio cambiaba su sistema respiratorio de branquias a pulmones. Entonces aquí mismo en la exposición, en estas cinco salas donde se distribuyen las 103 obras, pueden ver litografías donde está su sireron y cómo va demostrando de manera artística el cambio del sistema respiratorio de este animal.

Otros reconocimientos que recibió fueron la Cruz de Caballero de la Legión de Honor de Francia y la Orden de Caballero de Francisco José de Austria, es decir, fue un genio de la pintura y reconocido en su tiempo. Sus panoramas, sus paisajes y su representación del territorio, la identidad territorial que era muy importante en aquella época, se convirtieron en escenas oficiales.

¿Por qué se considera la obra de Velasco “pintura realista”, si en la mayoría vemos paisajes que no llegan a ser la copia exacta del escenario real?

Esto es muy interesante, porque los artistas cuando no trabajaban tanto con la fotografía tenían que involucrarse con el desarrollo de una sociedad, de una civilización empírica, ilustrada y progresista, entonces los artistas para representar ruinas arqueológicas o géneros de plantas y animales, como lo hizo Velasco, tenían que ser lo más próximo a la realidad. Estamos en esa coyuntura y disyuntiva porque el artista puede abstraerse de la realidad o usar el mundo que le rodea como inspiración, para imitar o exaltar la belleza, pero jamás copiar.

Los paisajes de Velasco están inspirados en el territorio nacional, pero no es una imagen, es una idealización artística que el creador plástico produce en mundos paralelos a la realidad. Se llama naturalista o realista su obra, porque hace estudios científicos —cuando él era alumno y después con sus alumnos— de rocas, plantas, arboles, nopaleras o hasta un águila, y lo representa con verismo —realismo—, por ejemplo, en su obra Valle de México de 1890 llega a acomodar sus iconos —como los volcanes— de tal punto que hace un equilibrio en la obra, es decir esta pieza está tomada desde el Molino del Rey, lo que puede ser la Feria de Chapultepec, igual y si nos paramos ahí en un día despejado, los volcanes no los vemos ahí donde están, sino los vemos movidos hacia un lado o hacia el otro, lo que sucede es que simplemente Velasco, los toma y, porque él quiere, los acomoda para dar el equilibrio que su obra requiera.

Exaltar al máximo la belleza

En su opinión, ¿cuál era el objetivo de Velasco al plasmar un México extraordinario?

Representa una línea de formación académica, quiere llevar al 100% la concepción de lo sublime, que es un proceso literario y artístico del siglo XIX, llevar la belleza exaltada a lo máximo, al clímax su formación académica y sus intereses de un paisaje excepcional. Después, en el terreno de la ciencia, lo que quiere es embellecer la reproducción de los géneros, ver cómo un ente religioso en la naturaleza y en el cosmos por sí mismo es extraordinario. Ya por sus logros y sus méritos en ese campo, tiene un dibujo privilegiado con una manera de colorear increíble.

A través de sus éxitos, ya es más visto por el Estado, por el gobierno del porfiriato, para hacer majestuosos pabellones de México. Velasco sólo se dedicó a hacer su trabajo como artista y científico; lo que quiso representar y lo que quería mostrar del estado porfiriano era el territorio nacional amplio, fastuoso, rico y exótico.

Pero también sufrió críticas, algunos como Manuel Altamirano le decían que sus paisajes podrían ser más famosos no sólo pintando el Valle de México —que icónicamente podría representar el país— y a partir de esas criticas, Velasco empieza a reproducir escenas de otras regiones como Oaxaca, Tlaxcala, las Cumbres de Maltrata, entre otras.

¿Qué vamos a encontrar en la muestra?

La muestra se instala en cinco salas, con cinco temas. Uno de los temas está dedicado a la ciudad de México y sus alrededores. Otro de los temas es el pasillo dedicado a Oaxaca y la representación primero de sus estudios preparatorios en dibujo y luego como obras acabadas de rocas, agua, cielos, marinas. Otra de ellas es la sala majestuosa en la que estamos que son los panoramas en campo abierto que son monumentales, y dos gabinetes, uno dedicado a la ciencia sociales y naturales, y otro dedicado a la modernidad que tanto anhelaba el porfiriato, como son las vías de comunicación, el ferrocarril, las haciendas, el inicio de la fabricas que había alrededor del Valle de México, sobre todo las de textiles, de cartón y papel.

En estas cinco salas se distribuyen 103 obras, de ellas 60 son de José María Velasco entre acuarelas, óleos, dibujos y litografías. La exposición tiene una armonía en el correlato donde entra el dibujo, la gráfica, la pintura en modalidad de acuarela y óleo, y donde incluimos la fotografía. Uno llega a pensar que en el siglo XIX la fotografía casi no existía pero también en la fotografía hay una representación de paisaje y una concepción misma de descubrir su propia identidad, en el camino hacer disciplina artística y no solamente un registro realista.

Genio universal de la pintura

Las pinturas de Velasco están acompañadas por obras de sus compañeros de la Academia de San Carlos, su profesor Eugenio Landesio, su alumno Cleofas Almanza, sus condiscípulos Luis Coto y Carlos Rivera. Tenemos artistas mexicanos desligados de la Academia pero importantes como Casimiro Castro, el más grande dibujante y litógrafo mexicano del siglo XIX; José Guadalupe Posada esta aquí con un accidente del ferrocarril; el pintor de charros Ernesto Icaza, fotógrafo mexicano que compite con los extranjeros Lorenzo Becerril que trabajó en Puebla. Tenemos también artistas como el geógrafo y genio de la geografía mexicana Antonio García Cubas que también entró al terreno del dibujo y la ilustración del territorio.

También tenemos a extranjeros como los ingleses Frederick Catherwood y John Philips, el italiano Pedro Gualdi, y el alemán Carl Nebel, por decir algunos artistas, todos excelentes, y sus trabajos en diferentes disciplinas, que se eclipsan junto a José María Velasco porque tenemos a un genio universal de la pintura.

¿Cuál es el propósito de incluir esta muestra a la exhibición permanente del Munal?

El Museo Nacional de Arte ha decidido replantear después de 14 años el recorrido permanente, readecuar el espacio, la museografía y utilizar la curaduría a partir de una serie de fases, que hemos iniciado con esta exposición que en buena medida está dedicada al nacimiento, auge y clímax del paisaje moderno en México del siglo XIX y principios del XX.

El objetivo de la restructuración es que las obras de arte sean las protagónicas, que la gente pueda verlas en un escenario digno, optimizado pero que no compita con la grandeza de las obras. Generar una armonía en las disciplinas como se presentan, y no de manera periférica en gabinetes o vitrinas. Para nosotros es importante que la gente venga y tenga un goce estético, un momento de pausa, que en estas obras pueda ver el descanso o los grandes cielos, los bellos horizontes, la serenidad que era la intención del siglo XIX, y que ahora se acentúa tanto lo vertiginoso y lo violento de la mirada del día a día de todo lo que vemos hoy en esta ciudad.

¿Por qué es importante que los visitantes valoren la obra de este gran artista?

La gente de toda condición, de todo tipo de pensamiento, siempre van a mirar las cualidades de un gran genio, podrán descansar la mirada apreciando estas obras, que como Octavio Paz decía “en la obra de José María Velasco parece detenerse el tiempo, que no pertenece al abandono sino al equilibrio, a esa pausa en la que todo cesa y se detiene brevemente, antes de transformarse en otra cosa”. Es decir, sin duda alguna, las obras de Velasco muestran todo lo sublime del universo, el cual contempla y reproduce para todo los seres humanos.