Video: Tequila 8 mesas

Cuenta la leyenda que una noche Ehécatl-Quetzalcóatl, el viento cósmico, viajó al cielo para visitar a la joven virgen, Mayahuel, mientras dormía Mayahuel a ladde sus dos hermanas y abuela (una Tzitzimime o demonio de estrellas), Quetzalcóatl le susurró al oído y le convenció a bajar a la tierra para convertirse juntos en un árbol ddos ramas. Cuando se despertó su abuela y vio que Mayahuel ya no estaba, viajó a la tierra con un grupo ddemonios para encontrar a su nieta. Al encontrar el árbol donde se habían unido la pareja, la abuela de Mayahuel rompió las ramas y se la dio a los demonios para comer.  Después de irse, Quetzalcóatl rescató unos restos del cuerpo de Mayahuel y los quemó.  De estos restos creció el primer agave.  Los huesos de Mayahuel botánicamente pueden referirse a los rizomas, tallos modificados subterráneos que quedan bajo el suelo y aun cuando las plantas madres son cosechadas o terminan su ciclo, de estos órganos emergen nuevos vástagos.

Como una diosa lunar, a Mayahuel se le representa con 400 tetas que usa para nutrir a los humanos con su blanco pulque lechoso.  En las culturas indígenas, el patrimonio celestial del agave está asociado con “lo femenino, la fecundad, el agua, la lluvia, la vegetación y sus ciclos”.  El Agave, siendo una planta formaddurante el encuentro terrestre de una diosa fue celebradcomo la parte terrestre del símbolo de la luna. La luna y su relación con el agave desempeñaron un papel importante para las civilizaciones Mesoamericanas. Benítez (2000) lo describe así:

Al apoderarse los indios de las virtudes de la luna como sus propias virtudes, construyeron un modelo que constituía el patrón ddonde se derivaba toda acción humana trascendente… Los poderes sagrados de la luna hallaron su perfecta expresión en el maguey (agave).

Fuente: Jornada Ciencias