El silencio de la Revolución y otros ensayos
Roberto García Bonilla
Jorge Aguilar Mora (1946) es uno de nuestros ensayistas más preclaros y deslumbrantes por su lucidez y sosegada erudición. Su proyecto escritural mantiene individualidad en obras y autores que aborda. La unidad no se restringe a la temática; su autor nos muestra con transparencia los rasgos que han signado sus ensayos. Recordemos La divina pareja. Historia y mito en Octavio Paz (1978), un libro que marcó al crítico dentro de nuestra república de las letras; se acepte o no, Aguilar Mora fue estigmatizado por un sector de la crítica y, puede deducirse, ese hecho acentuó su distanciamiento no sólo del país sino de nuestros sus círculos literarios.
La obra ensayística del alumno de Antonio Alatorre y Roland Barthes es excepcional por su originalidad y horizontes. Una muerte sencilla, justa, eterna. Cultura y guerra durante la revolución mexicana (1990), es la obra más abierta y abigarrada; en más de un sentido experimental en la ensayística de Aguilar Mora. Sus vertientes alcanzan diversos terrenos genéricos. Se conjugan la minucia investigativa, la precisión académica, una aspiración estética, además de una necesidad afectiva por fundir naturalmente los géneros literarios, la crónica, el ensayo, la biografía y la autobiografía.
Algunos de estos rasgos también se evidencian en La sombra del tiempo. Ensayos sobre Octavio Paz y Juan Rulfo (Siglo XXI Editores, 2010); en La fuga de la identidad, Aguilar Mora hace un recuento en perspectiva del desarrollo de la poesía de nuestro Premio Nobel en tres etapas: la de Taller, la de El arco y la lira y la de Los hijos del limo, recuperando influencias literarias e ideológicas, confrontando el cambio que tuvieron textos como Libertad bajo palabra en sus distintas versiones (1949, 1960, 1968).
“En varias ocasiones me han preguntado —señala el autor de Un día en la vida del general Obregón— si mi crítica constante a Paz tiene una motivación personal o me han catalogado de jacobino por el radicalismo de mi rechazo a la mayor parte de su obra. Me parece que ambas actitudes corresponden a la anemia y a la ceguera de la crítica en México […] he criticado a Paz porque en muchos sentidos lo admiro. Su obra poética y su pensamiento sobre la poesía tienen una solidez interpretable y criticable”.
Y en “Yo también soy hijo de Pedro Páramo” su autor sumerge al lector a una revisión de la obra rulfiana y las tradiciones literarias que la sostienen, así como las distintas simbologías —imbricadas en mitos y silencios— presentes entre progenitor y vástago que abarca al propio hijo del escritor, a quien se dirige el ensayo, concebido epistolarmente.
En El silencio de la Revolución y otros ensayos, Aguilar Mora reúne ocho textos, inicialmente publicados entre 2000 y 2011. Penetra y cuestiona con estilo punzante verdades de mármol sobre el movimiento armado que puso fin al porfiriato. Se sumerge en la pátina de la tradición historiográfica con una mirada inédita ante la reconocible portada de la historia y crítica literarias sobre la Revolución. Emprende un recuento de la gesta histórica que ha asimilado la memoria colectiva tamizada por la ficción y el testimonio de hombres y mujeres sin jerarquía.
Advertimos la confluencia natural entre historia y literatura, hecho inadmisible para cierta crítica académica. Biografía y ficción hermanadas pueden explicar la narrativa de la Revolución y alumbrar con fidelidad hechos históricos del mismo modo que los relatos de personajes pueden dar claves sobre la vida de quienes los crearon. El deslinde y la ambición metodológica de las academias ha negado testimonios genuinos de la historia; retratos biográficos inéditos se han confinado como retórica adyacente a la trama y los personajes “centrales” y se han encerrado en un tiempo sólo atribuible a la ficción. Historia social y cotidiana, crítica literaria, ensayo biográfico e impugnación a las sentencias y ponderaciones de la tradición historiográfica aquí se funden con la libertad narrativa y la incisión interrogativa del escritor que redimensiona la historia y contextualiza los hechos en el presente. Sus interpretaciones, en largos pasajes, son agrestes. Estamos ante un escritor cuya integridad y consecuencia intelectuales y narrativas no admiten concesiones ni con su propio estilo, menos aún con sus reflexiones como crítico.
La suya es una escritura que se caracteriza por la polifonía de registros. Sus disentimientos, lejos de la diatriba, apuntan a una meditación que provoca la polémica y se rehúsa a las entrelíneas de la censura. Encontramos en los pliegues de las entrelíneas, la pormenorización e intersticios de su narración; ahí está el diálogo polémico interior que el lector recibe como interlocutor. En el trasfondo de su discernimiento y polémicas en monólogo, respira el anhelo de una búsqueda de integración y el coloquio entre el intelectual, el profesor, el poeta, el novelista, y el traductor que inicialmente quiso ser dramaturgo.
El silencio de la Revolución… funde el rigor académico con el ejercicio narrativo del novelista, autor de Un cadáver lleno de mundo (1971), Si muero lejos de ti (1979) y Los secretos de la aurora (2002). La memoria individual, colectiva, anónima y oficial, dialogan y se confrontan. Subyace la pugna entre la verdad histórica y la revelación literaria. Y si la literatura ha superado a la realidad, entre otras razones, es porque de manera permanente se nutre de aquella más allá de la metamorfosis discursiva e ideológica, con la libertad o la ausencia de la fantasía. Jorge Aguilar Mora es uno de los literatos vivos más insólitos de las letras mexicanas por su rigor y su ética intelectuales.
Jorge Aguilar Mora, El silencio de la Revolución y
otros ensayos, México, Era, 2012.