En el marco de la locura mundial del futbol realizada en Brasil, donde varios mandatarios se reunieron para disfrutar del popular deporte, se suscitaron importantes eventos de carácter político–económico internacional que culminaron con el gol definitivo de los países que integran las BRICS (Brasil, Rusia, India, China y la recientemente incorporada Sudáfrica) al firmar acuerdos de carácter económico-financiero que ponen a pensar seriamente al Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Central Europeo (BCE) sobre su ya larga actuación frente a los problemas mundiales que acosan al orbe de manera globalizada.
En efecto, a raíz de la grave crisis financiera que devino en crisis económica de la mayor parte de los países europeos que no han podido cumplir con los mandatos dictados después de su incorporación a la Comunidad Europea, Rusia se presenta como el árbitro y como una alternativa para los países Latinoamericanos a los que nos toca la crisis como si hubiéramos cometido realmente un penalti al no acceder a las bondades de la globalización por vía de la producción, la innovación y la competencia mundial dado nuestro relativo atraso en materia de desarrollo económico.
¿A quien le toca marcar gol? No lo sabemos todavía realmente. Lo que sí es que el equipo BRICS se entrena y se prepara para asestar un golpe que podría cambiar el orden económico internacional al diseñar una nueva arquitectura financiera que pudiera coadyuvar al crecimiento tan anhelado de nuestros países latinoamericanos sin el impopular arbitraje de las instancias financieras internacionales que se formaron después de Bretton Woods.
Una vez asimilada la resaca del campeonato que recayó una vez más en Europa, los líderes se reunieron, Putin primero con el mandatario Castro de la isla caribeña Cuba, para firmar importantes acuerdos en materia de energía, petróleo y gas natural, con serios proyectos en industria, salud, y prevención de desastres naturales, y en conjunto con los otros países que integran el BRICS, firma el acuerdo para la formación de un nuevo banco de desarrollo (Banco BRICS) y un acuerdo de reservas de contingencia (CRA, por sus siglas en inglés) con el objeto de reducir los impactos de las fluctuaciones del dólar y el cierre de los circuitos financieros en situaciones de crisis, como las que tanto impactaron en la reciente crisis mundial desatada en 2008. Como principal objetivo están proyecciones en infraestructura, que tanto dinero se necesita para realizar proyectos en este rubro que permitan el libre intercambio de bienes, no solamente al interior de nuestros países latinoamericanos, sino también al exterior, abaratando con esto los altos costos de exportación.
Así, en la cancha del escenario mundial participan varios jugadores de corte internacional cansados de las arbitrariedades de árbitros extranjeros. Varios años les ha tomado conjuntar voluntades para hacer crecer a sus respectivos países, y ahora se firman acuerdos que traen esperanzas a buena parte de la población mundial, espectadores en las tribunas, con la creación de esta institución que conjunta las aportaciones de estos actores hasta alcanzar la suma de 100 mil millones de dólares en divisas, de los cuales China es el país que más aporta al alcanzar 41 mil millones de dólares, Brasil, India y Rusia 18 mil millones cada uno y Sudáfrica, 5 mil millones.
Sin embargo, no todo es festejo. Realmente tenemos que pensar que estos países no representan un poder alternativo al imperialismo. Han hecho un tiro de esquina, pues lo que persiguen es participar de manera mas cómoda en el mercado capitalista mundial frente a la que parece una interminable depresión, de la que ni Estados Unidos ni Europa se escapan y se asoman a la cancha como actores en lenta retirada de su hegemonía.
Tal parece que nos encaminaríamos, en un acto de esperanza, hacia un nuevo orden económico mundial, hacia una nueva arquitectura financiera, que permitiera a los países emergentes jugar más allá del medio campo, en el campo de los adversarios políticos y económicos que no han hecho más que pasarse el balón de las desgracias económico-financieras que aquejan al mundo. Entre la “vieja Europa” en crisis y el gigante de América que interviene en los asuntos mundiales como el competidor mejor entrenado en los menesteres políticos y económicos, surge una alianza con países emergentes latinoamericanos que buscan insertarse en la jugada mundial de la economía con serias intenciones de salir de su añejo atraso. Realmente, como dice un docto amigo mío, el capitalismo reverdece, ante la impotencia de crear, en medio de la crisis mundial, un nuevo orden político económico, aunque queda la duda, en medio de todo, de que en la actual coyuntura internacional no surja una nueva idea para aliviar al mundo de los problemas que lo aquejan.
En efecto, la argentina Cristina Fernández se ha mostrado hasta rebelde y descortés frente a Washington; Dilma Rousseff de la boyante Brasil, a la que le salió muy bien la organización de la justa mundial de futbol a pesar de la inconformidades de buena parte de sus súbditos, a quienes ni de refilón les tocó confeti de la fiesta y que juega tanto a la izquierda como a la derecha, así como China que busca nuevas alianzas económicas y comerciales con el resto del mundo y ha visto una buena fuente en Latinoamérica para la expansión de su mercado; y desde luego Rusia, que históricamente ha enfrentado al coloso de América, llega para plantear su visión y sus propuestas para enfrentar los desafíos mundiales en medio una crisis en su territorio, pero sin olvidar a Cuba, a quien le hizo una visita en medio de la algarabía futbolera y alegremente le condonó el 90 por ciento de la deuda de Cuba a este país adquirida en la época soviética, en un acto de cordial celebración por el ingreso a Latinoamérica de manera distinta en el concierto mundial, para que el restante 10 por ciento sea invertido en la isla en educación, industria, energía, salud prevención de desastres, proyectos petroleros e infraestructura. Latinoamérica entra en la agenda de Rusia como un actor importante y cercano a su histórica contraparte en el continente.
Nos falta considerar si esta alianza, que más parece estratégica, apoyará a otros países en América como Uruguay, Bolivia, Ecuador, Perú como sostén político contra Washington. La pregunta obligada es ¿Y México, como queda? Pues ná que no sale de su estancamiento de octavos de final en su actuación mundial…