Sara Rosalía

La expropiación petrolera provocó una oleada de críticas en los Estados Unidos, difundidas por la prensa y la radio. Actualmente, nadie las recuerda. Sin embargo, dos escritores británicos, importantes, participaron en esta campaña de desprestigio contra el país. Uno de ellos es Graham Greene, quien publicó dos libros contra México, uno es Caminos sin ley de 1938 que se refiere directamente al petróleo y la otra, El poder y la gloria, de 1940, en que con el tema de la persecución religiosa, habla de un sacerdote no perfecto, pero fugitivo. Nadie pone en duda que esta novela, una de las más elogiadas, tiene como trasfondo su visita a Tabasco en años cercanos al gobierno socialista de Tomás Garrido Canabal. Escritor llevado al cine goza de gran fama, ni siquiera atenuada porque en sus biografías consta que trabajó de modo constante como espía para los servicios de inteligencia de su país.

Un caso similar es el de Evelyn Waugh, igualmente convertido, como Greene, al catolicismo. Este famoso autor, conocido por su prosa satírica, escribió igualmente pagado por las compañías petroleras un libro que tituló: Robo al amparo de la ley. En esta obra, Waugh considera que la guerra de Independencia despojó a la Iglesia (de las tierras que poseían que eran la mayoría y de los bienes que también eran los más ricos), que la Revolución expropió las tierras más productivas (es decir, las de los latifundios) y que Cárdenas expropió a las compañías petroleras, porque éstas eran responsables de la prosperidad de las regiones en que se asentaban. Pero no sólo ataca a Cárdenas y su política, sino que sostiene que los mexicanos somos ladrones, flojos, ignorantes, incapaces de trabajar. No advierte una sola cualidad a lo largo y ancho de su recorrido. No le gusta ni la comida, ni el paisaje. Es tan incesante su crítica y su disgusto que uno no sabe ni como rebatirlo.

Ante esta campaña que se juzga contra México, el gobierno calcula que responder es costoso y, por si fuera poco, los medios se saben cerrados a opiniones contrarias a sus intereses, se sospecha incluso de la existencia de un boycott. Celestino Gorostiza, que es director del Departamento de Bellas Artes, considera que, sin mencionar la campaña, lo que hay que hacer es contestar desde el terreno del arte. El Presidente Cárdenas, recibe, dice Gorostiza, “con entusiasmo” el proyecto y lo aprueba en agosto de 1938. Se intenta, sigo la investigación del añorado Miguel Capistrán[i], presentar la revista musical en la Feria Mundial de Nueva York de 1939 con objeto de que sea vista por los estadounidenses y por los invitados europeos que asistirán.

Apenas se convoca al proyecto, todos los grandes nombres se apuntan para colaborar: entre los pintores Diego Rivera y Rufino Tamayo, entre los músicos Carlos Chávez, entre los dramaturgos Rodolfo Usigli y entre los teatristas, Julio Bracho. Se decide formarla con cuadros, se pretende que sea “un gran mural público animado”. En Broadway, donde se planea realizar las funciones, acaba por considerarse una “musical extravaganza”. Se propone que un cuadro sea el día de muertos, otro un rapto en Tehuantepec, se piensa incluir la famosa danza del venado, que un cuadro, en fin, se desarrolle en el Salón México y que otro se dedique a la mariguana y el peyote. El pago inicial son 30 mil dólares y se comienza con 150 personas y se acaba por contratar alrededor de 200. Un empresario de Broadway es invitado para que imponga disciplina y dé el visto bueno acostumbrado para el público neoyorquino. Se encomienda nada menos que a Erwin Piscator la dirección general.

Finalmente, la obra se titula Upa y Apa y Miguel Capistrán para que nos demos una idea cuenta que en un momento se toca la marcha de Zacatecas, enseguida unos mariachis entonan la popular canción Guadalajara y alguien recita los versos que dan nombre a la revista: “¡Upa y Apa!/ el animal que es del agua/y que no es de Cuernavaca,/ nomás la pechuga saca/ ¡Upa y Apa!”.

Entre los músicos que finalmente participan están Luis Sandi, Candelario Huizar, Gabriel Ruiz y nada menos que Silvestre Revueltas; entre los pintores Agustín Lazo, Julio Castellanos y Carlos Mérida: entre los escritores, Xavier Villaurrutia, Octavio G. Barreda y Rafael F-Muñoz. Aquí, en México, en Bellas Artes es un fracaso, porque al no poder cumplir los salarios por un atraso burocrático, algunos sindicatos se declaran en huelga y entre otros se ausenta Luis Sandi que es el director de la orquesta y es sustituido por los propios compositores que entran de directores emergentes de sus propias obras. Los críticos tampoco reciben con buenos ojos la revista musical, en parte, sostiene Capistrán, por su odio habitual al grupo de Los Contemporáneos.

En Nueva York, bajo el título de Mexicana y como estaba previsto en un teatro de Broadway, se ofrecen, con gran éxito de público y de crítica, 36 funciones que son suspendidas por las vacaciones de verano y finalmente, por las invasiones nazis que prácticamente inician la segunda guerra mundial. Con toda razón, Miguel Capistrán sostiene que ¡Upa y Apa! tiene un antecedente que es Rayando al sol y anuncia el Ballet Folklórico de Amalia Hernández.

 

[i] Celestino Gorostiza: Una vida para el teatro. México, Conaculta-INBA, 2004. 111-132 pp.