Pobreza y desigualdad son los retos

 

¿Cómo puede llamarse próspera una sociedad

si en su seno muchos carecen de lo necesario para vivir?

Juan Pablo I

José Fonseca

 

En las próximas semanas serán discutidos en el Congreso los presupuestos federales para el año próximo. Desde ahora los debaten las elites políticas y económicas de la república, preocupadas porque la economía no crece a mayor ritmo.

Asunto de especialistas entrar en los detalles, pero ni siquiera ellos se ponen de acuerdo acerca de las razones por las cuales la economía no crece más, a pesar de que se ha incrementado la inversión de dinero público en tantas obras de infraestructura.

La primera medida del crecimiento, dicen los que saben, es la generación de empleos suficientes, esto es, la reducción de los índices de la desocupación, ampliar las oportunidades de encontrar trabajo remunerador.

Y muchas voces se elevan para criticar la política económica gubernamental. Quizá tengan razón, pero uno se queda con la sensación de que no es el gobierno el principal generador del empleo, sino la inversión de los particulares.

¿Y por qué no invierten los particulares? ¿Por qué no hay más inversiones del capital nacional? Muchos alegan que es por la inseguridad, mientras otros dicen que es por la corrupción.

Las dos son razones válidas, por supuesto, pero el hecho es que el capital tiene una gran capacidad para adaptarse a los ambientes más hostiles. Eso lo ha probado una y otra vez.

Otros atribuyen la falta de inversión privada a la reforma hacendaria. Ésta podría ser una razón, pues duele más una patada en el bolsillo que una patada en la entrepierna.

Una visión miope, porque con tantas coartadas para no invertir, difícilmente se superarán la pobreza y la desigualdad, los dos grandes lastres históricos de México.

Hace casi cuatro décadas se diluyó el esfuerzo de más de 30 años, el llamado desarrollo estabilizador, que amplió las clases medias y redujo la pobreza para millones de mexicanos.

Ahora toca a esta generación un esfuerzo similar, porque el reto es reducir la pobreza y la desigualdad. “Moderar la opulencia y la indigencia”, proponía Morelos.

Hay las condiciones para lograrlo. Sin embargo, parece que tenía razón Octavio Paz cuando decía que nada más peligroso que inyectar en una sociedad el miedo al cambio.

 

                                                             jfonseca@cafepolítico.com