Charla con Margo Glantz/Escritora
Eve Gil
Yo también me acuerdo es el más reciente libro de Margo Glantz, autora que se caracteriza, entre otras cosas, por su búsqueda afanosa de nuevas formas de contar historias y de trastocar géneros literarios.
En este caso reconoce que la idea no es enteramente original: Georges Perec publicó un libro titulado Je me souviens (Me acuerdo), que dedicó a su amigo, el poeta y artista plástico Joe Brainard que, a su vez, escribiera su propio I remember (también publicada por Sext Piso hace algunos años). Tanto uno como otro libro manejaban una serie de oraciones que comenzaban con la frase “Yo me acuerdo…”
Libro espontáneo
“Este libro, en efecto, es un homenaje a Perec, y otros tantos que emularon este ejercicio para narrar retazos de su propia historia —señala la ganadora de los premios Ciencias y Artes 2004 y el FIL 2010—, pero es completamente diferente. Es idéntico en cuanto a la repetición de la frase «me acuerdo» que forma la anáfora que tiene una estructura sólida sobre la que puedes bordar una serie de variaciones muy importantes. Siempre me ha interesado el tema de las variaciones, en este caso es un tema explicitado en el texto que exige una construcción en el texto pero, al mismo tiempo, te concede una gran libertad”.
“Es espontáneo, en la medida en que hay que configurarlo y estructurarlo y los recuerdos se visitan unos a otros. Es un libro que se va escribiendo conforme surgen los recuerdos. A veces vienen en racimos y se van potenciando unos a otros y es necesario contar con reglas específicas para que el texto funcione. No quería que fuera una monotonía de recuerdos. Quería que tuvieran una continuación para que no quedaran perdidos en el aire, que no quedara la sensación de ser arbitrarios. Hay un trabajo de reconstrucción muy importante, de re elaboración. El recuerdo surge no de una manera muy lógica, sino como una especie de asociación, entonces el libro tiene que tener esas características de asociación, no puede permitir establecer una secuencia completa o interrumpirla por un pensamiento aparentemente banal pero que forma parte de lo cotidiano”.
El libro es, concuerda Margo, una forma de autobiografía en la que descubrimos múltiples facetas de su persona, más allá de la artística e intelectual:
“La autobiografía no tiene límites, hay muchísimas formas de hacerlas y esta es una de ellas. De hecho es también un pretexto para llegar a ser una autobiografía completamente diferente en el futuro, una que maneje reglas estrictas del relato. Este es, en cierta medida, un relato, pero convulsivo, fragmentario, que se va conformando a medida que uno va leyendo el texto. Un texto finito porque puede empezar y terminar donde se quiera”.
Twitter es una retroalimentación
Una de las menciones más reiteradas dentro del texto es el Twitter, y de hecho las frases que componen la obra podrían caber en uno de estos mensajes de 140 caracteres. En este sentido, Margo designa a su admirado George Perec el primer pre-twitero del mundo.
“En México, dicen, la única persona mayor de sesenta años aficionada al Twitter soy yo. Hay otras incluso mayores, pero al parecer hay otras personas detrás de ellos”.
“El Twitter —prosigue la también autora de Coronada de moscas y varios clásicos de la literatura mexicana contemporánea— tiene una retroalimentación interesantísima, se tiene acceso a muchos medios de comunicación a los cuales sería imposible acceder, si no fuera por este medio. Estoy suscrita a muchas publicaciones en todo el mundo y me entero de muchas cosas mucho más fácilmente que si simplemente leyera periódicos. Se presta, claro, al narcisismo, a la arbitrariedad, al insulto, al elogio, pero puedo presumir de tener tengo gran cantidad de lectores —o “seguidores”— y contesto en la medida de lo posible”.
Margo, la académica, la galardonada escritora, nos recuerda a través de sus recuerdos que es también una esposa, una madre, un ser humano con defectos y virtudes, una mujer que, como cualquier mujer del mundo, ha gozado y padecido. Una mujer que conoce los celos, el abandono, el dolor y el orgullo.
“He podido recoger en este texto —dice— muchas de las cosas que me son importantes: lo sanguíneo, lo biológico, lo intelectual, la historia del mundo como la he vivido. Configuro a través del recuerdo cosas que forman parte de mi historia y de la historia en general que ya han desaparecido. Los cambios en este país, en esta ciudad, en países donde viví, en el que proviene mi familia. Recuerdos que incluyen a Carlos Monsiváis cuando comenzaba a escribir, a Pacheco, cuando ni siquiera sabía que era escritor y solo era un jovencito. A Sartre y a Simone de Beauvoir cuando yo iba a su café, pero había una cotidianidad mucho más sencilla en esa época en la que no existía la parafernalia actual de convertir a los intelectuales en personajes mediáticos”.
Los dientes
En Yo también me acuerdo habla también de cómo surgieron sus libros, y por si fuera poco, nos adelanta el tema del siguiente: los dientes:
“Lo estoy escribiéndolo ahora. Mi padre fue dentista un tiempo y el sillón de dentista de mi padre, mi hermana y yo jugábamos con esos muebles donde había un montón de jovencitos, y ese consultorio pasó a un sobrino mío que también es dentista. Y el dentista que me atiende me quita y me pone interminablemente el mismo puente, pero lo peor no es eso, sino la estancia en la sala de espera donde todo mundo está hablando por celular y picando botoncitos. Los dientes son el cuento de nunca acabar y sin dientes habla uno bastante mal”.
Yo también me acuerdo está publicado por Sexto Piso, México, 2014.