El Estado, rebasado por la delincuencia

 

Teodoro Barajas Rodríguez

Los estragos de la violencia sacuden el país, estamos en una de tantas regresiones que nos permiten observar el empoderamiento criminal como ha sucedido en Guerrero, entidad en la que la tortura y desaparición de estudiantes normalistas abre no sólo un nuevo frente sino otra herida.

El autoritarismo cavernario no ha sido desterrado porque la realidad así lo indica, en Guerrero son muchos los sucesos que hablan por sí mismos, con gran elocuencia, de la existencia de caciques promotores de la represión, como sucedió con el caso de Aguas Blancas y la familia de los Figueroa, son botones de muestra.

43 estudiantes secuestrados, 28 cuerpos encontrados en fosas, algunos de ellos incinerados son una manifestación cruel del desdén a la vida de parte de los criminales; el Estado rebasado por la delincuencia, el pacto social violentado en extremo.

Hace mucho tiempo que la vida dejó de ser sosegada en nuestro país, levantones, extorsiones, ejecuciones y demás ilícitos pintaron de muerte el panorama, la respuesta es un galimatías demagógico del gobierno que no alcanza para nada.

A través de la historia, en México hemos vivido momentos de plena crispación porque el autoritarismo nunca se ha marchado, parece que está interiormente enraizado como lo refleja una larga lista de crímenes, represión selectiva, que han sido cubiertos con la coraza de la impunidad.

Actualmente muchos signos reflejan el hastío de un alto número de la sociedad, en Michoacán se dejó hacer y pasar al monstruo del crimen organizado, las consecuencias las padecemos.

Tal fue el motivo para que el gobierno federal recordara que Michoacán existe en el mapa, que tiene una diversidad cultural así como un extenso bagaje histórico, decretó una comisión especial que ha sido controvertida, no obstante las buenas intenciones la inseguridad sigue latente, eso no se puede minimizar.

En Guerrero masacraron a estudiantes normalistas de manera sanguinaria, otros más están desaparecidos, ignoramos por qué tanta crueldad.

La exigencia de justicia no se extingue como tampoco el dolor de los deudos de los jóvenes asesinados que fueron secuestrados en Iguala, algunos encontrados en fosas clandestinas, injustificable el caso, espeluznante el drama.

Hace unos días se conmemoraba el aniversario 46 de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas, ahora se cobran más víctimas, también estudiantes, en este reciente caso se padece a la impunidad en amasiato con el crimen.

Lo cierto es que no podemos perder nuestra capacidad de asombro, ni la conciencia de clase ni la clase de conciencia porque de lo contrario nos llegará la noche a todos.