La condición humana, a lo mexicano    

Marco Antonio Aguilar Cortés

Bajo actitud compulsiva el gobierno federal comenzó buscando a 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, desaparecidos después de ser capturados por la policía de Iguala, y con estupor desconcertado se encontró con decenas de tumbas colectivas que encubrían cadáveres de desconocidos.

Indagaban sobre un sepulcro ilícito de 43, y se toparon con decenas de tumbas ilícitas con cientos de víctimas. Iban sobre un caso lamentabilísimo, pero aislado, y se encontraron con un denominador común de pus profunda y de putrefacción con niveles internacionales.

Para asombro, y mayor enredo, encontraron lo que no buscaban: nuestro espejo; y siguen escarbando y hasta buceando con nervioso empeño, sin poder obtener lo que con apetencia inquieren por necesidad gubernativa.

Ante un escenario de esa magnitud, ocupado a su vez por otros explosivos problemas nacionales, las autoridades competentes se han exhibido incompetentes para ubicar a los 43 jóvenes buscados, a pesar de las presiones, marchas y reclamos, de diferentes signos.

Pero, además, ya está en movimiento un proceso electoral que toca, de diversas maneras, a la federación, a los estados y a los municipios, dando un caldo de cultivo muy especial para aquéllos que gustan de ir a pescar a río revuelto, sin más ideología que la de su propio provecho o con el solo propósito de cebar su odio en la destrucción de las instituciones.

Esa rebatinga que se ve venir, por desgracia para nuestro país, nos recuerda el caos en que se vio envuelta nuestra nación en sus primeras décadas de vida independiente, y perfila ya la rica variedad de sujetos que muestra la condición humana del México 2014 en plena actividad pícara y miserable.

Tomo, en el mejor aspecto, el título y el contenido de la obra de quien fue ministro de Cultura de Francia, André Malraux, La condición humana, en la que, sin haber estado nunca en China, con magistral talento ese aventurero autodidacta da cuenta, y novela, entre los episodios de la Guerra Civil China del siglo XX, las descarnadas y complejas conductas de sus personajes, entre otros: Kyo, Chen, Katov, Gisors y May.

Aquellos tiempos y espacios novelados son irrepetibles, pero con nuestros tiempos y nuestros espacios se hermanan en la lucha por el poder, lo que hace que esos sujetos y éstos sean capaces de todo, y en contra de todos.

Los nuestros, a la mexicana del 2014, se ven como sombras, sórdidas, rapaces, ambiciosas, mezquinas, desvaídoa, oportunistas, huecas, y ladinas a más no poder. Son la picaresca nacional en su apogeo.

¿Qué hacer frente a lo anterior? Ser responsables.

Permitir, alentar y encauzar que millones de mexicanos decidan y actúen directamente en la solución de los problemas que nos son comunes. ¡Creer en México es creer en los mexicanos!