Paquete Económico 2015

 

Julio A. Millán B.

En el Paquete Económico 2015, se presentan las perspectivas del gobierno federal sobre el crecimiento de la economía para el siguiente y los próximos años. Lo anterior, en función de los impactos esperados por las reformas, las cuales se había planteado desde hace años, pero no se habían logrado los consensos, ni asumido los costos que representaban.

Se espera que en 2015 el PIB registre un crecimiento de 3.7 por ciento y a partir de 2017 el ritmo de expansión sea de al menos 5 % anual, tasas cercanas a las que se registraron durante los años del milagro mexicano. Recordemos que entre 1970 y 1976 la economía mexicana creció en promedio 6.3 % anual, hasta la debacle que significó el agotamiento del modelo conocido industrialización por sustitución de importaciones.

 

El modelo era sin duda insostenible, pero el auge petrolero ocultó su debilidad por unos años más, hasta que el peso del endeudamiento externo precipitó la crisis de los años ochenta, caracterizada por el fenómeno de la estanflación, lo que llevó a la necesidad de reformar la economía. Este grupo de reformas conocidas como de primera generación, implicaban la apertura a la inversión extranjera, la liberalización comercial, la privatización y achicamiento del sector público y la estabilización con medidas extremas. La receta se siguió, aunque el resultado esperado no se alcanzó, ya que el crecimiento promedio de los últimas tres décadas ha sido de apenas 2.5 % anual.

La liberalización comercial fue indiscriminada y desordenada, ya que lejos de complementar la oferta nacional con importaciones, se utilizó como herramienta antiinflacionaria, lo que ligado a un tipo de cambio real sobrevaluado, provocó que se sustituyera a la producción nacional con importaciones, no sólo en bienes de consumo, sino en insumos manufactureros, desarticulando cadenas productivas. También, la liberalización de las restricciones a la inversión extranjera, sin estar soportada por una política industrial, llevó a la entrada de una inversión “extranjerizadora”, que sólo adquiere empresas nacionales e instala plantas ensambladoras, con bajo contenido nacional y un alto contenido importado.

Estas reformas llevaron a que la propensión a importar se elevara a niveles del 45 %, lo que actualmente se refleja en que el valor de las importaciones de bienes intermedios represente el 75 % del valor de las exportaciones manufactureras. Tenemos así una industria que exporta importaciones. El bajo valor agregado es un limitante del crecimiento, ya que cualquier política de estímulo a la industrialización provocará una fuga de recursos vía la importación.

En este contexto, la implementación de las reformas estructurales de segunda generación, que se enfocan hacia la productividad, se seguirán topando con este limitante si no se acompañan de una auténtica política industrial que articule cadenas productivas, incremente el contenido nacional y alinee los intereses de los actores económicos.