Entrevista a José de Jesús Aguilar/Director de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México

  

Moisés Castillo

Dicen que la violencia acostumbra a engendrar violencia. Y la desaparición de 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa, las fosas en Iguala y la matanza de Tlatlaya confirman lo que en alguna ocasión dijo en estas páginas el padre Alejandro Solalinde: México es un gran cementerio. Mientras el PAN en el Senado de la República solicita eliminar los poderes del estado de Guerrero y el PRD pide perdón por postular a José Luis Abarca como candidato a la presidencia municipal, la impunidad es implacable. Avanza como una gran mancha negra que destruye todo.

Tal y como lo advierte el escritor Élmer Mendoza: “Las fosas, señor presidente, no dejemos que se abran más ni en su gobierno ni en ninguno otro: son el preludio de la catástrofe”.

¿Qué hará el gobierno de Enrique Peña Nieto con la crisis de Guerrero? ¿Ayudaría la renuncia del gobernador Ángel Aguirre? ¿Urge anular a las policías municipales y crear una policía nacional? Lo único cierto es que la imagen de México está teñida de rojo.

El presidente Peña Nieto calificó como un “acto de barbarie” el caso Iguala y aseguró que debe ser castigado “tope donde tope”. Además, dijo, representa una prueba para las instituciones y la sociedad en su conjunto.

“Éste es un hecho que no puede permanecer impune; en pocas palabras, como lo señalé, no cabe el menor resquicio de impunidad. Tenemos que ir a profundidad y tope donde tope llegar a los responsables, aquéllos que por negligencia o por actuación permitieron o solaparon que esto hubiese ocurrido en Iguala y que lamentablemente, de confirmarse, jóvenes estudiantes hubiesen perdido la vida”.

Por su parte, el cardenal Norberto Rivera Carrera afirmó que el país vive momentos difíciles en donde, pareciera, la injusticia y la corrupción impondrán su ley destructora.

“En estos momentos de tanta crueldad que viven algunas partes de nuestra patria, le pedimos al Señor nos dé corazón grande para la reconciliación, para saber perdonar, para establecer la paz y justicia en nuestra patria… parecería que la crueldad, la guerra, el terrorismo, la traición, la infidelidad seguirán dominando el corazón humano.”

Guerrero, foco rojo

En tanto, el semanario católico Desde la fe denunció, en su editorial “En el país de las matanzas”, que Guerrero es otro foco rojo encendido que las autoridades de los tres órdenes de gobierno no quisieron ver.

“Es el reflejo del peligro latente de vivir en un país como México, con graves problemas internos de gobernabilidad, seguridad, corrupción y miedo en distintas regiones, donde nadie puede estar a salvo, ni siquiera los hombres promotores de la paz y justicia”.

La publicación explica que los sacerdotes de la Iglesia católica no están exentos a esta ola de violencia como sucedió con José Ascensión Acuña Osorio, padre de la diócesis de Ciudad Altamirano, Guerrero, quien fue torturado y asesinado el mes pasado.

“Este caso hace que se empiece a considerar este sexenio como uno de los más riesgosos para ejercer el ministerio sacerdotal… Desde junio de 2013, los obispos de la provincia de Acapulco denunciaron las diversas clases de violencia, desde la que se mantiene oculta en las familias hasta las más visibles y crueles, como la generada por el crimen organizado; ante ello, llamaron a los fieles a trabajar por el bien construyendo las ciudadanías por la paz”.

A su vez, José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch, señaló que las desapariciones forzadas en México representan una crisis de derechos humanos que el gobierno de Peña Nieto está lejos de solucionar.

“Los esfuerzos de México para abordar la gran cantidad de casos de desaparición forzada ocurridos en los últimos años han estado plagados de demora y anuncios. El gobierno de México formula discursos, promesas, tiene buena retórica, pero pocos resultados en desaparecidos.”

La narcopolítica y las fosas ya son parte de la realidad nacional, con un ingrediente infaltable: la impunidad. Matanzas que exhiben el verdadero rostro de México: enero de 2010, Salvárcar (asesinato de 60 estudiantes del CBTIS 128); abril de 2011, San Fernando (hallazgo de 68 cuerpos de migrantes); mayo de 2012, Cadereyta, Nuevo León (49 asesinatos); diciembre 2013, La Barca, Jalisco (64 cuerpos en 35 fosas clandestinas); junio 2014, Tlatlaya (22 personas son asesinadas); septiembre 2014, Iguala (desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa).

Anunciar el bien y denunciar el mal

Para el padre José de Jesús Aguilar, director de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México, el país ya no aguanta tanta impunidad.

“Los obispos y muchos sacerdotes, desde hace mucho tiempo, hemos estado denunciando que en el país va reinando la impunidad, va reinando también la falta de confianza en el gobierno por la corrupción y la criminalidad”.

¿Qué opina sobre esta espiral de violencia que ha manchado el país? El título del editorial del semanario Desde la fe fue muy duro…

Más que un título fuerte, estamos viviendo una realidad tremenda. Creo que el título se queda corto ante lo que estamos viviendo. Hay que recordar que la Iglesia católica tiene una misión profética y ésta consiste en anunciar el bien, pero también en denunciar el mal. Si una persona comete un delito y no hay una sanción, o hay una denuncia pero no hay seguimiento, y en los reclusorios no existen las medidas necesarias para la reinserción social, pues entonces empezamos a vivir en un país en donde el tejido social se va descomponiendo poco a poco. La Iglesia católica explica que en 2013 la CNDH habló sobre esta situación grave, pero más allá de este aviso te pones a platicar con personas cercanas y te dicen “a mí, me robaron”; “a mí, me asaltaron”; “viví un secuestro”, “fui a un MP y no me atendieron”. Y es un tema que se va convirtiendo en algo normal. Si nosotros seguimos así, el tejido social estará cada vez peor y el gobierno ya no tendrá los medios para combatir este mal que va creciendo día a día.

3201moises2

No pueden frenar la violencia

¿En qué momento el país se tiñó de rojo? El gobierno de Felipe Calderón lanzó una fallida guerra contra el narcotráfico y la actual administración no puede frenar esta ola de violencia…

Ciertamente no comenzó en este sexenio, pero es una bola de nieve que va creciendo cada vez más. En sexenios pasados es donde se permite la actuación del crimen organizado, se va quitando la falta de educación y valores. La Iglesia católica criticó, en su momento, que se hayan retirado los libros de civismo y que se evite o prohíba en algunas escuelas este tipo de valores humanos. Creo que en este momento las cosas son incontrolables, y más todavía cuando vemos que muchos políticos están vinculados con asuntos del narcotráfico. Si el policía que me va a cuidar y ayudar es el que me va a hacer daño, entonces en qué autoridad puedo confiar. Lo vimos recientemente también cuando policías sembraban droga a un grupo de muchachos.

¿México es un gran cementerio, como dice el padre Alejandro Solalinde?

Coincido totalmente y por eso mencionaba que el título del editorial del semanario se quedaba corto ante la cruda realidad. Porque dirán las autoridades que los cuerpos de las fosas no son los normalistas desparecidos, y pareciera que eso ya nos da tranquilidad, peor aún. Mientras más se escarba, se encuentra más podredumbre. ¿Qué tanto se tiene que escarbar? ¿Cuántos lugares más existen donde hay cuerpos de nadie, vidas de personas que se perdieron y que lamentablemente no se ha dado ninguna respuesta a los familiares? No sólo de personas muertas sino familiares que buscan a sus hijos desaparecidos y que son víctimas de la trata de personas. En este sentido, ¿qué se está haciendo? Hay inseguridad en todos los planos. Los campesinos y jóvenes son un cero a la izquierda para muchos gobiernos, ellos también tienen derechos. Qué bueno que otros países del mundo le estén diciendo al gobierno federal: qué está pasando en el país. Se presumía que esta era una nación maravillosa, ¿dónde está?

Sobre el caso Iguala, ¿qué repercusiones sociales tiene la infiltración del narcotráfico en la política y en los cuerpos policíacos?

La repercusión es la realidad que vemos ahora, no importa la vida de las personas, no importa el tipo de manifestaciones pacíficas que se puedan hacer, no importan las causas que se quieran defender. El crimen organizado rebasa todo aquello que signifique cosas positivas, demandas ciudadanas, y acaba y destruye todo. En este momento hay ingobernabilidad en Guerrero, y es momento también que los jóvenes entiendan de qué lado están, esto es muy delicado. Hay un mensaje que muchos jóvenes están entendiendo: si viven en un país donde hay pobreza y no hay oportunidades ni trabajo, si quieren tener medios económicos para subsistir y no me los da el gobierno de forma limpia sino el narco, ¿a qué camino se van a ir? Es un mensaje delicado para los jóvenes y para la gente que dice “yo trabajo todos los días, trato de ser honesto, pero de qué me sirve”. Una repercusión tangible es ver a todos esos grupos que se armaron para defenderse en Michoacán, una especie de seguridad privada de cada grupo o pueblo. Si el gobierno no cumple en materia de seguridad, cada grupo social puede armarse. Hay tanta incapacidad por parte de los gobiernos y son tan poco aptos para gobernar. Entonces, como se dice, que renuncien.

Nadie está a salvo

¿Pueden ejercer adecuadamente su servicio pastoral? Por ejemplo, está el caso de José Ascensión Acuña Osorio, de Ciudad Altamirano, quien fue torturado y asesinado; así como el atentado contra el párroco Francisco Phiper, misionero de San Pedro Mártir Quiechapa, en la región de la Sierra Sur de Oaxaca.

Los sacerdotes somos parte de la sociedad, no sólo sacerdotes han sufrido robos o secuestros sino también varios obispos. Evidentemente cuando algún sacerdote recibe algún tipo de daño no habla por su cuestión personal, habla más bien cuando se afecta directamente a la comunidad. Cada vez más son los padres de familia que nos dicen “mataron a mi hijo”, “mataron a mi esposo”, “secuestraron a un familiar”, “me están pidiendo dinero por tener mi negocio”, ahí te das cuenta que la realidad está mal y se torna grave. Te puedo decir que dentro de mi familia hubo una persona secuestrada por tener una tienda y a un sobrino joven lo asesinaron por cuestiones de delincuencia. Esto te habla de que las cosas no están nada bien.

¿Existen instrucciones precisas de la Iglesia católica hacia los padres para que tengan ciertos cuidados o medidas de precaución en “zonas rojas” del país?

Evidentemente los obispos se preocupan por los sacerdotes, se preocupan cuando algún sacerdote recibe una amenaza, pero si la misión de la Iglesia es denunciar el mal, si un sacerdote se queda callado o se deja amedrentar estaría faltando a esta responsabilidad social que tiene. Lo que pueden hacer los obispos, cuando se dan cuenta de que un sacerdote es amenazado o está en peligro, es cambiarlos de lugar, no es que el sacerdote pida su cambio. El sacerdote quiere estar en el lugar asignado, pero los obispos como pastores de los sacerdotes buscan la manera de protegerlos. Los cuidados son los que tiene la comunidad. Es decir, tratar de no manejar cosas que puedan ser atractivas para los ladrones, vivir de una forma sencilla, tratar de no mandar información importante a través de medios como el mail o Whatsapp y tener cuidado con el Internet porque hay trampas que pueden robar datos personales.

¿La Iglesia católica cuenta con datos de padres desaparecidos?

En este caso no hay un censo a nivel nacional, hay que recordar que cada obispo es el encargado de su propio territorio y cada obispo tiene esos datos. Cada obispo también responde a la problemática de delincuencia e inseguridad en su propio lugar.

¿Cuál es el llamado de la Iglesia católica ante este ambiente violento que se respira en el país?

El llamado de la Iglesia católica ha sido siempre el mismo: educación en los valores del evangelio, solidaridad, búsqueda del respeto y defensa de la dignidad humana. En cuanto a las autoridades, como lo han expresado varios obispos, se les pide aplicación de la ley, que no haya impunidad, que se dé un castigo ejemplar. Y que de esta manera se vaya aprendiendo en este país, como dice el dicho, “el que la hace, la paga”.