Lo más grave está por venir
Cometer una injusticia
es peor que sufrirla.
Aristóteles
Carlos Alberto Pérez Cuevas
Ésta ha sido una de las semanas más álgidas que ha vivido México en los últimos dos años; han bastado poco más de 30 días para que la imagen del gobierno de la república proyectada en los principales diarios y revistas internacionales como “el momento mexicano”, y que fue motivo de celebraciones y comentarios positivos para las reformas y el trabajo que había hecho el nuevo gobierno se desmoronara poco a poco; ha regresado la política, decían muchos, los que sí saben gobernar, los que pondrán en orden el país…
Y así, elogio tras elogio, el tiempo pasó y ha desnudado una serie de descuidos o falta de importancia de las autoridades a problemas que a todas luces daban señal de que tarde o temprano pasarían a ser muy graves y cada vez más difíciles de resolver.
Los problemas de Guerrero los tienen que resolver los guerrerenses, dijeron las autoridades federales; no vislumbraron que se trataba de crímenes de lesa humanidad, de violaciones flagrantes a los derechos humanos, la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa privados de su libertad por cuerpos policiacos locales llevarían a una indignación ciudadana extrema y a que muchos organismos y asociaciones civiles se levantaran en protestas y manifestaciones para expresar su descontento, lo que sucedió encontró eco en todo el mundo y en la comunidad estudiantil, lo mismo en las escuelas públicas y en privadas.
Tal parece que estos hechos tomaron a todos por sorpresa, porque las autoridades actuaron tarde, en lo local permitieron que el alcalde de Iguala, responsable de la desaparición, escapara; el gobierno federal dejó en manos del de Guerrero la solución del conflicto, el asunto fue operado como si se tratara de una crisis política y el estallido social no se hizo esperar, tuvimos a un presidente de la república rebasado, diciéndonos un día y otro también que el crimen contra los normalistas no quedaría impune, no se vio por ningún lado al secretario de Gobernación o a otra autoridad menor al presidente de México, que él haya tomado directamente el control de daños demostró que todos habían sido rebasados y que las cosas eran más graves de lo que nos imaginábamos.
Vino la renuncia del gobernador de Guerrero y este hecho no calmó los ánimos, ya era demasiado tarde, todo el mundo estaba enterado de la barbarie sucedida en México, los editoriales de prestigiadas publicaciones en el mundo pasaron del elogio a la lamentación y a decir que México está ahogado por la delincuencia y que se había vivido una simulación de cambio y desarrollo.
Lo más grave está aún por venir, porque la indignación ciudadana no ha sido contenida, no bastó la caída de un gobernador ni nombrar uno nuevo con perfil ciudadano académico.
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