Muchos han empezado a opinar que se trató de

una represión injustificada, de uso excesivo de la fuerza policiaca.

 

 

La manipulación de la realidad

 

 

 

La realidad es una alucinación causada

por la falta de alcohol.

Anónimo

 

José Fonseca

La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si tú controlas el significado de las palabras, puedes controlar a la gente que utiliza esas palabras. Así definió el escritor Philip K. Dick la desinformación.

El gobierno peñista y su partido se enfrentan a una enérgica campaña de desinformación, a la cual se han incorporado los agraviados por sus políticas, sin importar que los agravios sean reales o imaginarios.

 

Así, la violencia de grupos de anarquistas la noche del pasado 20 de noviembre, al término de la pacífica y multitudinaria marcha que reclamaba por la desaparición de los muchachos normalistas en la tragedia de Iguala ha sido aprovechada para urdir leyendas urbanas que con entusiasmo se difunden en los medios de comunicación tradicionales y en las modernísimas redes sociales.

 

Las escenas transmitidas por la televisión y las fotos en los diarios mostraron a los violentos atacar a la policía a pedradas, arrojándoles cocteles molotov y con mecheros cuyo fuego dirigían a la cara de los policías. Vimos cómo agredieron repetidamente a los policías, hasta que se dio la orden e iniciaron la dispersión de los grupos violentos.

 

No hay duda de que estos grupos son los mismos que la mañana del pasado 20 de noviembre enfrentaron a la policía en las cercanías del aeropuerto de la ciudad de México.

 

La diferencia es que en el Zócalo de la ciudad de México la policía realizó detenciones de presuntos culpables de los actos de violencia.

 

Ese evento ha sido el detonador de la manipulación de las palabras, pues muchos han empezado a opinar que se trató de una represión injustificada, de uso excesivo de la fuerza policiaca.

 

Ya encarrerados con la manipulación de las palabras, quieren convencernos de que los agresores fueron los policías capitalinos y federales que repelieron a los agresores que pretendían acercarse otra vez a la puerta de Palacio.

 

Hay once detenidos y consignados por esos hechos. No sabemos qué pruebas han presentado las autoridades ante los tribunales los once detenidos, por lo tanto, no podemos decir si son culpables o son inocentes.

 

Pero los manipuladores de las palabras, los tejedores de leyendas, ahora pretenden convencernos a los ciudadanos que quienes vimos a los jóvenes anarquistas agredir a los policías tuvimos una alucinación.

 

Insultan la inteligencia ciudadana al pretender convencernos de que fuimos víctimas de una alucinación colectiva.

 

                                                 jfonseca@cafepolitico.com