Patricia Gutiérrez-Otero
(Primera de dos partes)

A los 43 normalistas de Ayotzinapa

Muchos nos preguntamos cuál es la vía que hay que tomar en un país convulsionado por la violencia y en la que sus más altos niveles de gobierno están implicados. Acostumbrados a un sistema paternalista en que el Estado resolvía las cosas, ahora enfrentamos la terrible realidad de ver cómo lo hacía: devorando a sus propios hijos.
En la entrega anterior hablé del reconocimiento El-Hibri por la educación en la Paz que recibió el mexicano Pietro Ameglio. En el discurso que dirigió durante la recepción del premio mencionó dos tipos de violencia que existen en la mexicana “guerra contra el narco”, como la llamó F. Calderón:
“Una guerra en donde hay mexicanos que matan a mexicanos”.
“‘Un exterminio masivo’; entre sus principales víctimas hay un gran volumen de personas cuya identidad se omite en todos los medios de comunicación: los ‘desconocidos’”.
Sumada a esta guerra, dice Ameglio, está la crisis económica que hace que la economía se base en la informalidad y el desempleo “por lo que no ha de sorprender que el delito organizado genere más de 600 mil empleos directos, siendo la ‘principal fuente de empleo en el país’”.
Otro aspecto que hay que mencionar es la asociación de la idea de “Paz con la de Seguridad”, y, de ahí, la de la “paz armada y militarizada” sostenida por Estados Unidos.
Para cambiar esta situación y construir la paz, Pietro Ameglio indica que hay un obstáculo epistémico muy difícil de combatir: la capacidad del poder y la autoridad para instalar en las masas, a través de los medios de comunicación, un “infantilismo social”, ligado con lo que Piaget llamó “el pensamiento periférico”, que centra la atención en el resultado final, y no en el proceso. Eso se complementa con la idea del “adulto mayor” en quien se delega “nuestra identidad”. Hay una autoridad que “me cuida” y que “sabe”.
Es un hecho que por la envergadura de la violencia en México y la presencia del crimen organizado no se han podido realizar actividades directas masivas en espacios abiertos para enfrentar a la autoridad. La construcción de la paz en México ahora pasa por acciones preventivas: talleres y acciones no-violentas públicas sobre las formas en que se instalan los prejuicios, el mecanismo del chivo expiatorio, la polarización social, la espiral de la violencia, la reconstrucción del tejido social… y por la investigación: “la investigación y producción de conocimiento, como instrumento no violento, hoy es más necesaria que nunca en la situación violenta muy ‘original’ que enfrentamos.”
Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés, que se revisen a fondo todas las reformas impuestas por el gobierno, que se respete la Ley de Víctimas, que se retiren los artículos 189 y 190 de la Ley de Telecomunicaciones.