Escenario apocalíptico con el que se llega al segundo año de gobierno.

 

¿Está México a tiempo de recuperarla?

José Luis Camacho Acevedo

El país sigue padeciendo serios síntomas de inestabilidad.

Y esas condiciones que tanto afectan a la nación, ya sea en la imagen internacional que se proyecta como una impronta de muerte, en la calificación de confianza que se tenga ante los inversionistas que le piensan mucho al ver que nuestro índice de riesgo-país no es de los mejores de América, son problemas graves que no parecen estar en vías de solución.

Ingobernabilidad en el comportamiento de gobernadores, alcaldes; falta de estrategia en la negociación con los estudiantes del IPN; la falta de transparencia en las licitaciones mayores del gobierno federal como el tristemente célebre tren México-Querétaro; los escándalos de las residencias de funcionarios: expresiones de preocupación por el caso Ayotzinapa del Departamento de Estado y del propio papa Francisco.

Ése es el escenario apocalíptico con el que se llega al segundo año del gobierno federal.

¿Qué significa dentro del sistema político mexicano recuperar la gobernabilidad perdida?

Tres puntos son elementales para cumplir la tarea de conducción política y social del país:

1.- La gobernabilidad empieza por el control institucional de alcaldes y gobernadores en todo el territorio nacional.

Hasta ahora el gobierno federal ha entrado tarde en problemas generados en entidades federativas y no pocos de los municipios más poblados, y por lo tanto problemáticos de México.

El recuento es preocupante:

Tamaulipas es un caso especial de inseguridad y mal gobierno, el gobernador de Chihuahua, César Duarte, está metido en las explicaciones de la compra de un banco en la que su nombre aparece como socio; Oaxaca es gobernada por Diódoro Carrasco y la CNTE; en Tabasco gobierna la esposa de Arturo Núñez; en Querétaro están asentados los operadores financieros del crimen organizado y de empresas fraudulentas como Oceanografía; en Coahuila los rumores de la enfermedad del gobernador Rubén Moreira crean incertidumbre y desconfianza; en Sonora Guillermo Padrés Padrés está en plena connivencia con los dueños de Grupo México, envenenadores de importantes ríos de la entidad con los desperdicios de sus minas.

Y municipios como Guadalajara, Acapulco, Zacatecas, Tijuana, ciudad Juárez y muchos más tienen a sus cuerpos policiacos controlados por el crimen organizado.

El gobierno federal ha perdido ese control clave.

2.- Los partidos políticos en México están al garete.

El gobierno requiere de partidos políticos que cumplan —como dicen los estudiosos— su función básica, que es organizar la demanda social.

Actualmente, el caos preside el espectro político nacional de la partidocracia.

El gobernante PRI no tiene siquiera claro el número de diputados a los que puede aspirar, con los pies en la tierra, en la próxima legislatura.

Ya hasta el presumible liderazgo de César Camacho se ve complicado. En su segunda Cámara, Peña Nieto necesitará una persona con reconocimiento y liderazgo. Y ése puede ser alguien del perfil de Miguel Ángel Osorio Chong.

Hablando de partidos descuidados, el PAN está en una crisis de unidad muy grave alentada por el expresidente Felipe Calderón.

Los Chuchos están perdidos en su laberinto de acuerdos tras bambalinas, corrupción y traiciones a sus principios. Son testimoniales el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano.

De los que alcanzaron registro sólo Morena puede considerarse una organización con base y certidumbre de sobrepasar fácilmente la barrera del 2% de la votación nacional que requiere para mantener su registro.

3.- Gobernabilidad también implica absoluta coordinación entre los encargados de la política interior de las finanzas nacionales.

No se ha visto hasta la fecha una estrecha relación entre Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong.

Grave asunto que pone nerviosos a los hombres del dinero y las organizaciones sociales.

Pues a recuperar la gobernabilidad perdida llaman.

La pregunta es: ¿Estamos todavía a tiempo de recuperarla?