Sería irresponsable
Las ideologías nos separan, los sueños
y las angustias nos unen.
Eugene Ionesco
José Fonseca
Han sido tantos los intereses políticos y económicos que han aprovechado la tragedia de Iguala para cobrarle agravios, reales o imaginarios, al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto que por momentos parecen ensordecidos por el estruendo de sus propias voces.
Como cada sector de la sociedad, cada organización, cada actor político y social trae su propia agenda bajo el brazo y a nadie parece importarle la agenda de la nación, pasó casi inadvertida la arenga de una de las dirigentes del movimiento estudiantil del Instituto Politécnico Nacional: “¡Vamos a poner de rodillas al Estado!”
Uno quiere suponer que esa arenga refleja el pensamiento de un sector radical del movimiento estudiantil politécnico, de un sector radical que, patrocinado por los políticos que nunca saben perder, intenta desestabilizar la república.
Es una pena que casi en automático tantos reaccionen con simpatía cualquier ataque al gobierno peñista, sin detenerse a revisar las consecuencias que acarrearía para la mayoría de los mexicanos.
Para enfrentar la campaña de desestabilización hace falta un acuerdo, no sólo entre el gobierno y los partidos. Deben formar parte todas las organizaciones sociales, políticas y económicas de la república. Aquéllas que le han apostado a la consolidación de nuestra democracia.
La propuesta que al respecto hizo el presidente Peña Nieto ha sido recibida con escepticismo por algunos, pero quizá sea hora que quienes en los medios declaramos, escribimos, analizamos y editorializamos decidamos si ni siquiera para defender la estabilidad de la república somos capaces de unirnos.
Si no, respondamos una pregunta, una sola: ¿de verdad queremos hacer realidad la arenga de estudiante politécnico? ¿De verdad queremos poner de rodillas al Estado?
Sería irresponsable. Al menos lo sería si no nos preguntamos a quiénes conviene que el Estado se debilite y quiénes quieren conducir a los mexicanos a un callejón sin salida, uno de esos callejones sin salida de los cuales no se sale sin pagar altísimas cuotas de sangre.
jfonseca@cafepolitico.com