Sí se puede

 

Julio A. Millán B.

Cada época de la humanidad ha demostrado rasgos distintivos que la identifican. En las últimas décadas, sobre todo a raíz de los avances en la tecnología, estamos experimentando un periodo que se caracteriza por la velocidad a la que se generan o suceden los cambios y las transformaciones en el interior de los diversos ámbitos sobre los que nos desempeñamos.

Así, al inicio del siglo XXI, México se preparaba para enfrentar un proceso significativo de cambio y transformación, que sin duda delinearían la visión prospectiva de las siguientes décadas. En particular 2002 representó para la economía mundial, una reubicación del pivote sobre el que descansaban las fuentes de incertidumbre y volatilidad de los indicadores económicos globales. Así, los países en desarrollo dejaron de ser el centro y el origen de las crisis, como había sucedido en los años ochenta y noventa y se trasladó hacia los países desarrollados.

El desajuste experimentado por las economías desarrolladas fue fundamentalmente la consecuencia de los excesos cometidos a partir de la segunda mitad de la década de los noventa. Cabe llamar la atención que menos de diez años después, se presentaría un nuevo episodio de excesos y sobrevaloración de mercados y sectores, amén de una alta especulación, lo que llevó a la crisis de 2009, con epicentro nuevamente en los países desarrollados y cuyos devastadores efectos aún siguen latentes.

En ese año se desarrolló, a iniciativa del licenciado Miguel Alemán Velasco, la primera Cumbre de Negocios, evento en el que se reúnen destacados dirigentes de los sectores privado, público y social y que a lo largo de 11 emisiones se ha colocado como el foro anual para discutir los temas clave que definen el futuro de México y su relación con sus principales socios de una forma integral y orientada a resultados.

La decimosegunda Cumbre de Negocios, celebrada en Querétaro, con la asistencia de líderes nacionales y extranjeros invitados, nos permitió reflexionar no sólo sobre los recursos energéticos o productivos que tiene el país, sino sobre los que en el futuro cercano estaremos desarrollando. Las reformas estructurales que se están implementando, sin duda nos permitirán contar con una mayor cantidad y más efectivos recursos, sobre todo en lo referente al capital humano, base fundamental de cualquier desarrollo que se quiera emprender. Lo anterior en consonancia con el principio básico de que el éxito empresarial resulta de entender, adaptarse y capitalizar la velocidad del cambio tecnológico.

México tiene gran potencial para ubicarse en los próximos 12 años entre las 10 primeras economías del mundo. Pero para ello es necesario trabajar desde hoy. Quejarse ayuda pero no resuelve.