Guerrero

Mercedes Aguilar Montes de Oca

Independientemente de lo que marca la ley, es obvio que los partidos políticos, especialmente de la izquierda, deberán ser más cuidadosos en la elección de sus candidatos, a los que elogian en campaña y describen como sus representantes del pensamiento, por líneas de acción o trayectoria en México, pero que, al ofrecer “luchar” por los que menos tienen, están pensando en sí mismos; no porque tengan poco; pero sí porque quieren más.

Cuando, recientemente, la naturaleza descargó su fuerza contra Guerrero; el gobierno federal, con el sustento básico del Ejército y luego por las donaciones de toda la población —con poco o mucho de sus propias despensas—, acudió en pleno para que los problemas fueran menores; para que los guerrerenses se supieran comprendidos y apoyados.

Nada se dijo entonces de municipios, hoy conocidos por las fechorías de sus “autoridades”. Supusimos, sin pruebas, que también a ellos los afligían las consecuencias de las fuerzas naturales.

Hoy, también debemos preguntarnos por los habitantes de las poblaciones que gobiernan o gobernaron estos delincuentes; estos desalmados, palabra que dice claramente: carentes de alma; pero cuyo sentido hemos olvidado un poco. Esos guerrerenses, pero compatriotas, al fin, ¿están tan inmersos en sus vivencias diarias que no se dan cuenta de que muchas o algunas de sus carencias son consecuencia de la falta de “autoridades”, dedicadas a infrigir la ley? O ¿por miedo decían nada? Pues las conocían demasiado bien.

Aún ahora, ¿encontrarán las autoridades federales —seguras en sus altos cargos y en la metrópoli— quien denuncie, o confirme, cuánto va a seguir viviendo allá, igual que sus familiares y amigos?