Efecto corruptor del dinero

José Luis Camacho Acevedo

Las llamadas operaciones manos limpias en Italia, Colombia y Brasil para combatir el crimen organizado han sido estrategias controvertidas, pero que finalmente ha contado con la aprobación de la sociedad.

Ese tipo de estrategias que están llamando en México a la puerta del caso Iguala-Ayotzinapa y sus ligas con connotados actores de las distintas corrientes de la izquierda mexicana.

Lo que digan en los interrogatorios tanto José Luis Abarca como María de los Ángeles Pineda seguramente tendrá que ver con el efecto corruptor del dinero que generan las actividades del crimen organizado en nuestro país.

Políticos, empresarios, policías, han sido tocados por ese poder corruptor.

Recupero unas notas periodísticas de lo que ocurrió durante la operación manos limpias en Italia. Consignaban los principales diario itálicos notas como la siguiente:

“Durante el interrogatorio de Chiesa, éste confesó que la corrupción está muy generalizada y desarrollada en el ámbito político. Además, estas investigaciones aparecieron en un momento muy importante porque en abril 1992, se desarrollaban las elecciones legislativas. Esta causa judicial se llamó Tangentopoli y en ella debieron declarar aproximadamente 4 mil empresarios y políticos de diversos partidos”.

“Hasta el final del año 1992 y principio del 1993, se desarrollaron otras tentativas para desestabilizar a los procuradores investigando, pero con el apoyo de una gran parte de los ciudadanos italianos y de los medios de comunicación. Así, se llevaron a cabo otras detenciones y se puso a la luz una red muy extendida de corrupción”.

En Brasil, el periodista especializado de la publicación Tiempo decía:

“Cuando el pasado 21 de abril se divulgaron las valientes decisiones del fiscal Alfonso Valdivieso contra la narcopolítica, sentí una mezcla de alegría, preocupación, angustia, desconfianza y lo primero que se me vino a la cabeza fue la Operación Manos Limpias desatada en Italia a principios del 92 y la que hizo estremecer al Congreso de Brasil en el 93, tras el impeachment del ex presidente Collor de Mello”.

“En Brasil cayeron en la red tres gobernadores, seis ministros y exministros de Estado, dos presidentes del senado, el de la cámara de diputados, cuatro senadores y 16 diputados y rodaron cabezas tan respetables como las del diputado Ibsen Pinheiro y la del senador Mauro Benevides, figuras destacadas en el impeachment de Collor, o como la de Genebaldo Correa, líder del mayor y principal partido de apoyo del gobierno Itamar Franco en el Congreso”.

Después de la captura de Abarca y su esposa los principales diarios nacionales se preguntan… ahora qué sigue.

Y empiezan a salir nombres de políticos, esencialmente de izquierda como posibles cómplices o en el menor de los casos “simpatizantes” de los Abarca-Pineda.

Marcelo Ebrard apoyó al exgobernador guerrerense Ángel Aguirre en su campaña. Su operador fue el ahora delegado de Iztapalapa, Jesús Valencia Guzmán, un suburbio sobrepoblado que se convirtió en inocente madriguera que escondió por unos días al matrimonio siniestro.

El aspirante a la candidatura del PRD al gobierno de Guerrero, Armando Ríos Piter, muy cercano a Marcelo Ebrard y Manuel Camacho, durante la campaña a presidente municipal de José Luis Abarca era un entusiasta partidario que se significaba por lo vehemente de sus porras al ahora detenido exalcalde de Iguala.

Dolores Padierna acusa a Jesús Zambrano de haber planeado la fuga de los Abarca y con ello hace chuza con Jesús Ortega y Carlos Navarrete.

Pero la conexión llega hasta Querétaro por las ligas de El H, Héctor Beltrán Leyva, último capo de la dinastía, con su acompañante y principal operador financiero Germán Goyenechea Ortega, distinguido militante del PVEM y que arrastra a políticos de todos los signos y a un importante número de empresarios.

A querer o no, Jesús Murillo Karam está obligado a realizar una completa operación manos limpias con el caso Abarca-Pineda.

Y como dijo el presidente Peña Nieto: caiga quien caiga.

La sociedad está a la espera.