Muchas cosas no han funcionado

Teodoro Barajas Rodríguez

Parece no haber lugar para la vida sosegada en nuestro país, escuchamos, leemos casi a diario anuncios triunfalistas de los gobiernos de diferentes niveles, todos exentos de autocrítica; mientras eso sucede, de manera paralela continúa el embate de la criminalidad.

No faltan los que lucran con las tragedias para convertirse en aves de rapiña, lo cierto es que falta decisión del gobierno que ha respondido a las emergencias con demora, titubeante, y da la impresión de que sigue pasmado.

Michoacán es una entidad que ha vivido capítulos virulentos en los últimos años, la estabilidad se rompió por diversos factores, incluso en el último bienio se han contado tres gobernadores: Fausto Vallejo, Jesús Reyna y Salvador Jara.

Los grupos de la delincuencia sembraron temor y cosecharon los efectos, los frutos oscuros de la impunidad, no se respondió de la mejor manera, a partir del sexenio de Lázaro Cárdenas Batel Michoacán comenzó a sumar números rojos en las estadísticas del crimen.

No sólo Michoacán sufría efectos devastadores, muchas entidades también fueron alcanzadas por el impacto corruptor de los grupos del hampa que convirtieron amplias franjas espaciales en tierra de nadie.

Delincuencia, rezagos, pobreza; así hablamos del triunvirato de moda, sin olvidarnos de un caso multicitado por su propio peso real que no especulativo, es decir, la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa. Los normalistas fueron desaparecidos por un gobierno municipal perredista en una entidad en la que el gobernador tenía esa pertenencia, sólo que los daños, al hacer el recuento, alcanzaron pronto al gobierno federal por omiso, por la lentitud exhibida para actuar.

En el renglón económico el país no registra repuntes, sólo promesas. La economía no registra repunte alguno, el 56% de la población mexicana vive en condiciones de pobreza, la generación de empleos se ha quedado en los anuncios oficiales porque no han pasado de las expectativas, las cuales no son concretas ni reales.

El escándalo detonado por la famosa Casa Blanca abrió otro frente en la resonante caja de opiniones acerca de la cosa pública, todo ello sucede apenas a los dos años de gobierno del presidente Peña Nieto, es evidente que muchas cosas no han funcionado.

Hace unos meses se presumían los llamados logros de la administración federal al concretar las reformas estructurales, el reconocimiento desde el exterior llegaba con fluidez, se destacaba un ánimo renovador. Sólo que la tragedia de Iguala llegó para eclipsar los llamados aciertos y se entró en un callejón oscuro que reprocha a diario la ausencia de los 43 normalistas, el peso de la impunidad y la violación brutal a los derechos humanos.

Con demora, Peña Nieto presentó el decálogo para combatir con otra táctica y estrategia la inseguridad, se propone la creación de un mando único policial por cada entidad federativa que sustituya las policías municipales que en muchos casos fueron infectadas por el crimen.