No se da gusto a nadie
Nuestra crítica consiste en reprochar a los demás que no
tengan las cualidades que nosotros creemos tener.
Jules Renard
José Fonseca
La circunstancias que rodean el ejercicio de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y la multiplicación de recomendaciones, exigencias y recetas para cumplir con su mandato recuerdan una vieja historia, quizás inventada, pero muy ilustrativa.
Salieron un anciano y su nieto al pueblo. Llevaban su burro con la carga de lo que venderían en el mercado. El viejo caminaba y jalaba el pollino, mientras su nieto iba montado sobre el animal. Quienes los vieron exclamaron: ¡muchacho desconsiderado, él fuerte y joven va montado en el burro, mientras el pobre viejo camina!
Entonces el viejo montó el burro y el chico lo jalaba. A poco de caminar, otro grupo de personas los vio y exclamó: ¡viejo abusivo, el muy cómodo sobre el burro, mientras el pobre muchacho camina!
Decidieron entonces que ambos, el viejo y el chico montarían el burro. Así lo hicieron, pero a poco de andar se encontraron con otro grupo que reclamó: ¡par de desconsiderados, pobre animal, además de la carga tiene que llevarlos a los dos!
El viejo y el chico desmontaron. Marcharon a pie, mientras jalaban el burro. Otro grupo de personas, al verlos, exclamó: ¡par de tontos! Caminan y se fatigan mientras tienen un pollino fuerte.
Sólo faltó que, agobiados por los críticos, el viejo y el chico cargaran el burro.
Así como en la vieja historia cada grupo de personas opinaba distinto sobre cómo debían viajar el anciano y su nieto, el gobierno peñista se ha topado con una multitud de opinantes, críticos y exigentes.
Cada uno de esos críticos y opinantes tiene la receta perfecta acerca de cómo debe gobernarse México en las circunstancias actuales.
Cada uno de ellos tiene la llave mágica, el discurso exacto, la recomendación infalible acerca de lo que debe hacer, decir y dejar de hacer el gobierno peñista. El problema es que cada uno tiene su propia agenda política, sus propios intereses por defender, sus propias ambiciones por satisfacer.
Muchas críticas nacen del prejuicio ideológico que nubla tantas lúcidas inteligencias de las elites ilustradas e informadas de la república.
Por supuesto que mal haría el gobierno peñista en no escuchar las críticas, porque los gobernantes deben escuchar, pero no significa que se vayan a esforzar por satisfacer a todos.
Hace tiempo alguien —creo que fue don Jesús Reyes Heroles— afirmó que cuando se quiere dar gusto a todos, no se da gusto a nadie.
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