Francia acelera las reformas con su primera ley en décadas para liberalizar su economía. El Gobierno dio este miércoles el visto bueno al proyecto de ley para el Crecimiento y la Actividad para dar paso a la apertura de comercios en domingo, la incorporación de mujeres y jóvenes a las profesiones reguladas, la apertura de empresas de transporte o la rebaja de peajes de autopistas.
Es la gran apuesta de François Hollande a mitad de su mandato, el proyecto del ministro de economía, Emmanuel Macron, de 36 años, el más joven del Ejecutivo, que el ala izquierdista del gubernamental Partido Socialista lo rechaza por “demasiado liberal”, lo que augura un duro pulso de los críticos contra Macron y el primer ministro, Manuel Valls.
“Estamos intentando cambiar el país”, aseguró Macron tras el Consejo de Ministros que aprobó su proyecto. El Gobierno lo presentó de forma inusual en la zona noble del Elíseo, con Valls y Macron acompañados de otros siete ministros.
Los dos protagonistas insistieron en la necesidad de acabar con “los cerrojos” para conseguir “liberar” la actividad, lograr más inversiones y conseguir más empleos, los tres pilares del nuevo paquete reformista.
Junto con el Pacto de Responsabilidad, que prevé recortar el gasto público en 50 mil millones en tres años, y la reducción de 22 a 13 del número de regiones, la norma aprobada ahora supone el tercer gran proyecto para la reforma de Francia, que sufre un estancamiento económico —crecerá un 0,4% este año— mientras sus cuentas públicas están desbocadas con un déficit del 4,4% y una deuda del 95,6% del PIB.
Es el tercer gran proyecto y muy probablemente el último del mandato de Hollande, porque el año que viene habrá dos elecciones (departamentales y regionales) y en 2016 entrará de lleno en la preparación de las presidenciales de 2017.
La ley Macron, como es denominada, “es una ley contra los corporativismos” y favorece “a aquellos que no forman parte del sistema, a los jóvenes, a quienes hoy no tienen las mismas oportunidades que los más favorecidos”, señala un documento difundido por el Ministerio de Economía.
Según los críticos, la ley es un “cajón de sastre”, que incidirá en sectores tan variados como los comercios, las profesiones jurídicas en su conjunto, las tarifas en autopistas, los aeropuertos, el transporte en autocar, los tribunales laborales o el permiso de conducir, en los que los objetivos de la norma consisten en agilizar su funcionamiento, abrirlos a la competencia, incorporar a los jóvenes y facilitar nuevas inversiones.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha estimado que la ley incrementará al menos en un 0,1% anual el PIB francés y el Gobierno sostiene que creará al menos 50 mil nuevos empleos.
Lo más polémico es la apertura de comercios en domingo, actualmente limitada a cinco al año bajo permiso del Ayuntamiento correspondiente. Macron los amplía a 12 y autoriza al Gobierno a crear más “zonas turísticas internacionales” —en París hay ahora siete— en las que los comercios podrán abrir los siete días de la semana y hasta medianoche.
Los sindicatos se oponen con el argumento de que perjudica a los trabajadores y al pequeño comercio, a lo que Macron respondió que la norma obliga a compensar económicamente a los empleados que trabajen en domingo, algo que no ocurre ahora.
La patronal, por el contrario, está satisfecha y estima que podrá crear más de 40 mil empleos: mil sólo en Galerías Lafayette, en París, la ciudad a la que anualmente llegan 30 millones de turistas, que no dejan de comprar en fines de semana. Lafayette calcula que aumentará un 7% su cifra anual de negocios, de unos mil 700 millones.
Los empresarios, sin embargo, perciben con desconfianza la norma que prevé una reducción de las tarifas en las autopistas; la española Abertis, uno de los tres gigantes en el sector, resulta especialmente afectada.
El rechazo más problemático, sin embargo, procede de las propias filas socialistas, pero Valls se mostró este miércoles confiado en lograr una “mayoría suficiente” para aprobar la ley en el Parlamento.
Pese a todo, la opinión pública recibe bien la nueva norma. Según un reciente sondeo de Odoxa para el diario económico Les Echos, el 70% de los franceses desea la apertura de comercios en domingo y el 58% asegura que votaría a favor de la ley Macron si tuvieran la ocasión de hacerlo como parlamentarios, aunque el 86% cree que la política económica es mala.
Con esta nueva ley, el Gobierno francés además intenta calmar a la Comisión Europea, que le exige reformas “más claras y precisas” para evitar la amenaza de abrirle en marzo un expediente por déficit excesivo; en una carta enviada el mes pasado por Valls a Bruselas, aseguró que la ley Macron sería una respuesta adecuada a esas insistentes peticiones.
(Con información de El País España)
