Carmen Galindo

 Sería imposible, por su número, hacer un recuento preciso sobre las protestas de artistas e intelectuales en torno a los asesinatos y desapariciones de los normalistas de Ayotzinapa. Hace unos días, como todos vimos, un joven, Adán Cortes, irrumpió en la entrega del Premio Nobel de la Paz con una bandera mexicana con una mancha roja y alcanzó sólo a decir a la joven paquistaní galardonada: “Please, Malala, México, please”. Elena Poniatowska salió en defensa del alumno de la UNAM y alguna persona, “un ángel”, dice el hermano gemelo del joven, pagó la multa equivalente a 30 mil pesos.

Esta semana se anuncia que la banda Panteón Rococó participará en un encuentro con el lema de Una luz en la oscuridad en Chilpancingo, Guerrero. La rondalla y el club de danza de la normal de Ayotzinapa (que ya actuaron en la explanada frente al Palacio de Bellas Artes) completan el programa.

El día 12 de diciembre se colocaron veladoras alrededor de las vallas metálicas que resguardan la entrada principal al Palacio Nacional. Se amplió la protesta con los nombres de otros activistas asesinados, como Nepomuceno Moreno, del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad; Sandra Luz Hernández que luchaba por la aparición de su hijo Edgar, y la activista Marisela Escobedo que estaba en plantón porque no se ha hecho justicia en el asesinato de su hija. Flores y veladoras resguardaban la imagen de Alexander Mora Venancio, cuyos restos fueron identificados por forenses en Austria. Los lemas, registrados por el diario La Jornada, son excepcionales: “¿Qué cosecha un país que siembra cuerpos?” “Nadie gana en esta contienda en que naufraga México” o “los quisieron desaparecer y aparecieron en todo el mundo”. En efecto, decenas de universidades están demandando su aparición en los más diversos países del mundo. Se han sumado universidades de Chile, Argentina, Brasil, Costa Rica, España y la lista sigue aumentando.

La protesta de Alfonso Cuarón cuando se le homenajeaba en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, dio la vuelta al mundo. Igual que el joven campesino que se prendió fuego por la libertad de su tío, el activista Florentino Gómez, detenido durante una manifestación. Sorprendente que en los estadios de futbol, en el minuto 43, el público grite: Justicia.

En la feria del libro del Zócalo se inició una colecta de libros para la normal de Ayotzinapa y siguen llegando los volúmenes a la Secretaría de Cultura del gobierno del D. F. De la Feria del Libro de Guadalajara, salió una manifestación encabezada por los escritores Juan Villoro y Paco Ignacio Taibo II. (Si no recuerdo mal, este último fue director del suplemento del Siempre! La cultura en México). Los grupos de danza, casi en su totalidad, igual que innumerables conjuntos tanto de música de concierto como popular se han sumado a la demanda de que “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, consigna acuñada por el grupo Eureka de la Sra. Rosario Ibarra de Piedra. Al finalizar la representación de Coriolano de Shakespeare, los actores tomaron la palabra y manifestaron su solidaridad con los normalistas.

Diversas facultades de la UNAM le demandaron al rector una actitud más enérgica en su condena a los crímenes de Iguala y respeto a la autonomía universitaria. Lo mismo demandaron, aunque creo que no han obtenido respuesta, más de 500 artistas a Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conaculta. Profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM abrieron una cuenta bancaria para reunir fondos para Ayotzinapa. En esta misma facultad se invita a la comunidad a reflexionar sobre la situación del país cuando se reanuden las clases en febrero y marzo.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia ha tenido un papel muy activo, así como los sindicatos del INAH, del INBA, y el STUNAM. Y toda la comunidad de las universidades, incluso las privadas. En un foro universitario, se escucharon palabras tan significativas como las siguientes. De Enrique González Ruiz, quien fue rector de la Universidad de Guerrero: “El movimiento social no puede organizarse por su cuenta, debe ir siguiendo a las víctimas, ellos, padres y estudiantes, marcan el ritmo”. Y otras, de David Cabañas Barrientos, hermano de Lucio Cabañas: “Ha habido demasiada sangre, ya tenemos muchos mártires. La revolución debe ser pacífica”. Y luego añadió este dato que considero clave: “De la normal de Ayotzinapa han salido guerrilleros como mi hermano Lucio o Genaro Vázquez Rojas, y luchadores sociales de la talla del líder magisterial Othón Salazar, pero también han salido 30 mil normalistas que han ido a impartir clases y son el orgullo de sus familias, las más pobres del país”.