Hace un año, bancos, consultoras y organismos internacionales preveían que en 2014 acabaría la desaceleración económica que año a año venía registrando Latinoamérica desde 2011.
La región superó rápido la crisis mundial de 2008 y 2009, pero poco después comenzó a perder ritmo y las previsiones se recortaron hasta acabar con un crecimiento de solo el 1,1 por ciento en 2014, según la compilación de pronósticos de consultoras y bancos que elabora la firma FocusEconomics.
Algunas variables clave afectan a casi todos los países. Por un lado, el final del llamado superciclo de precios altos de las materias primas, principales exportaciones de la mayoría de los países.
Incluso México, cuyo 74,8 por ciento de exportaciones son manufacturas, depende del petróleo para generar un tercio de sus ingresos fiscales. El crudo se abarató en 2014 el 46 por ciento —y la tendencia sigue a la baja en lo que va de 2015—, lo que perjudica a este país, Brasil, Colombia, Venezuela o Ecuador.
Esta bajada, por el contrario, beneficia a países importadores, como Chile, Perú o Argentina, aunque este último país a su vez busca inversores para desarrollar su yacimiento de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, lo que resulta más difícil con estos niveles de precios.
La soja, relevante para Brasil, Argentina, Paraguay o Uruguay, se depreció el 22 por ciento; en la minería, el precio del cobre, clave para Chile y Perú, cayó el 17 por ciento y el del mineral de hierro, principal exportación brasileña (13 por ciento del total de las ventas al exterior del gigante sudamericano), disminuyó el 47 por ciento.
Mientras tanto, las exportaciones industriales tienen un peso desigual en las grandes economías de la región: suponen un tercio de las de Brasil y Argentina, pero solo un quinto de las de Colombia, alrededor de un 14 por ciento en Perú y Chile y apenas existen en Venezuela.
Además, la perspectiva de subida de tipos de interés de EU fortaleció el dólar, lo que ha redundado en la depreciación no solo de las materias primas, que cotizan en moneda norteamericana, sino también de las monedas latinoamericanas, con la consiguiente presión sobre la inflación.
Los analistas dan por hecho que dejarán de fluir tantos capitales hacia Latinoamérica como en tiempos de tipos bajos de EU, aunque los gobiernos de la región con acceso al crédito en los mercados internacionales todavía no han sufrido el golpe.
Lo positivo de esta historia es que la contracción de la política monetaria de la superpotencia responde a su mayor crecimiento económico, lo que beneficia a los países que tienen allí su principal socio comercial, como México, los centroamericanos y Colombia.
En cambio, el comercio de Brasil, Argentina, Venezuela, Perú o Chile depende más de la desacelerada China, consumidora de materias primas.
Al mismo tiempo, cada país tiene sus dificultades propias. Brasil creció en 2014 apenas el 0,2 por ciento, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Este organismo advierte que Brasil carece de suficiente margen para poner en marcha políticas fiscales y monetarias para impulsar el crecimiento. México se expandió el 2,1 por ciento, según los números de la CEPAL, en un año en que se impulsaron reformas para atraer inversiones en telecomunicaciones y petróleo y para mejorar la calidad educativa, pero FocusEconomics alerta de que el descontento popular por la violencia puede acabar afectando la economía.
Argentina se contrajo el 0,2 por ciento, según el mismo organismo, que adjudica la crisis sobre todo a la devaluación del peso de enero pasado y las renovadas tensiones cambiarias por la crisis de deuda desatadas por los fondos buitre en julio.
El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner reconoció esta semana que el PIB se contrajo en forma interanual en el tercer trimestre, por primera vez desde 2009, sin embargo, consultoras y bancos consultados por FocusEconomics calculan una caída del 2,1 por ciento.
Sobre el final de año, créditos de China e inversiones de Telefónica y otras competidoras permitieron a Argentina tranquilizar el peso, mientras sus vecinos devaluaban, y el consumo creció en diciembre por primera vez en 2014.
Venezuela también acude a la financiación de China para contrarrestar la escasez de divisas, pero su situación es peor que la de Argentina; la CEPAL calcula que la economía venezolana se contrajo el 3 por ciento, con una inflación del 63 por ciento, superior al 38,9 por ciento que miden las agencias provinciales de estadística en Argentina.
El abaratamiento del petróleo siembra dudas sobre una eventual suspensión de pagos, pero analistas consideran que podrá sortearse y centran sus temores sobre el desaguisado del sistema cambiario (con tres tipos de cambio oficiales distintos y uno paralelo extraoficial) y el desabastecimiento; la caída del precio del crudo supone un gran retroceso para el país
Chile y Perú padecen el impacto de sus reformas, pero por distintas clases de oposiciones. En Chile, el aumento de impuesto a la renta y el proyecto para conceder más derechos laborales inquietan a los empresarios. En Perú, en cambio, la flexibilización laboral para los jóvenes ha despertado protestas sociales.
Chile creció el 1,9 por ciento y Perú, el 2,8 por ciento, muy por debajo de su elevada expansión de años recientes, según la CEPAL. Solo Colombia se mantuvo al margen del desempeño modesto o mediocre de las otras grandes economías latinoamericanas, al crecer el 4,8 por ciento, en parte por sus planes de inversión en infraestructura y vivienda, pero el petróleo barato también la afectará.
Eurozona también afectada
Los precios de la zona euro sufrieron al cierre de 2014 su primera caída interanual en cinco años, según los datos publicados este miércoles por la agencia estadística europea, Eurostat.
La inflación cerró el año con una tasa negativa (-0,2 por ciento) debido a la debilidad de la economía de la eurozona y al brusco descenso en los precios del petróleo; el descenso es mayor incluso que el que esperaban los analistas.
Eurostat explica que la tasa negativa se debe sobre todo a la caída del 6,3 por ciento en los precios energéticos, frente al -2,6 por ciento de noviembre.
La variación de los precios de comida, alcohol y tabaco es del 0,0 por ciento, frente al 0,5 por ciento en noviembre, y solo suben los servicios, un 1,2 por ciento, la misma tasa que en noviembre.
La tasa de inflación excluyendo la energía es del 0,6 por ciento, la menor desde el 0,5 por ciento de julio de 2014; el hecho de que la inflación subyacente esté en positivo y de que solo haya pasado un mes con tasa negativa impide hablar de deflación, que se define en términos económicos como una caída prolongada y generalizada de los precios.
La tasa es la más baja desde septiembre de 2009; ese año, como consecuencia del estallido de la Gran Recesión y del desplome de los precios del petróleo, la tasa de inflación interanual fue negativa durante cinco meses, de junio a octubre, marcando un mínimo del -0,6 por ciento en julio.
Aunque una caída de los precios debida al abaratamiento de los costes de la energía no es, en principio, negativa para Europa, importador neto de petróleo, el hecho de que la variación de precios haya entrado en terreno negativo presiona más al Banco Central Europeo (BCE) para que actúe tratando de reanimar los precios.
El objetivo del BCE es que la inflación se sitúe cerca, pero por debajo, del 2 por ciento a largo plazo; la inflación lleva mucho tiempo lejos de esa zona y aunque la entrada en negativo puede atribuírsele al petróleo, el largo periodo de baja inflación tiene más que ver con la debilidad de la zona euro.
Esa debilidad aplica según el país, mientras que en Alemania la tasa de paro ha marcado un mínimo del 6,5 por ciento, en Italia bate récords por encima del 13 por ciento y en España y Grecia se sitúa por encima del 20 por ciento.
El crecimiento también va a diferentes velocidades, lo que complica la respuesta del BCE. A eso se une la incertidumbre política en Grecia y el ruido acerca del riesgo de que el país salga del euro.
El Consejo del BCE se reúne el 22 de enero (este año las reuniones de política monetaria son cada seis semanas y no el primer jueves de cada mes, como hasta ahora) y se espera que dé un paso hacia la compra masiva de deuda pública, lo que se conoce como expansión cuantitativa (QE, por las siglas en inglés de quantitative easing), la medida que los bancos centrales de Estados Unidos y Japón han usado para combatir la crisis.
En España, la inflación se encuentra ya en terreno negativo. Según el avance que publicó la semana pasada el Instituto Nacional de Estadística (INE), el IPC aceleró su caída en el tramo final del ejercicio con un recorte del 1,1 por ciento en tasa interanual; descenso que no tiene precedentes para un mes de diciembre en el último medio siglo.
Información de El País España