CHARLAS DE CAFÉ
Charla con César Gándara/Autor de Rebelión de los fanáticos
Eve Gil
César Gándara es un joven autor sonorense —narrador y guionista televisivo— que empezó a dar de qué hablar hace un par de años gracias a sus impecables relatos, impregnados de una elegante ironía y tras los que se agazapa una denuncia o crítica social que perturba sutilmente el subconsciente del lector. Una de sus más recientes entregas es la inclasificable novela Rebelión de los fanáticos que tiene algunas dosis de varios géneros, pero en esencia resume las obsesiones e inquietudes literarias de su autor.
“Tiene mucho humor, pero empezó siendo algo muy serio —señala el también autor de Alguien tiene que perder—. Me sentí incitado, apenas regresar de Barcelona a Monterrey, donde viví por algún tiempo se había convertido en una tierra de nadie, donde la delincuencia y la violencia se habían apoderado de la ciudad. A mí, por decirlo de algún modo, me había tocado la etapa dorada de Monterrey, y de pronto veías balaceras en plena calle, antros tomados por los Zetas, en los baños vendían drogas con total impunidad, las extorsiones se tornaron moneda corriente; algo muy, muy triste. La ciudad que se ostentaba como una ciudad industriosa y progresista, que incluso presumía de ser la más segura de todo el país”.
Continúa César: “Aquella confusa circunstancia fue mi caldo de cultivo para escribir esta historia. He llegado a catalogarlo como un thriller apocalíptico, pues plantea lo que puede suceder si continuamos cruzados de brazos ante esta realidad. Hablo de un país inexistente, que se ha convertido en pedacitos, habitable solo para la gente de poder. Mi vino a la mente la matanza de niños por órdenes de Herodes, quien temía la llegada del Mesías, y me pregunté: qué tal si lo de los asesinatos de mujeres, que ya no es exclusiva de Ciudad Juárez, tiene una causa similar. Fue entonces que inicié la subversión de valores: presenté al nuevo Mesías como una mujer, y naturalmente, a alguien se le debía confiar la misión de eliminarla”.
Capitalismo brutal
Este “fin del mundo” planteado en Rebelión de los fanáticos podrá no ser definitivo, pero lo es en un sentido supersticioso y cultural, según nos lo explica el propio autor:
“Un poco como una nueva edad media, a pesar de los avances tecnológicos, o quizá a consecuencia de ellos, porque a los hombres ensoberbecidos siempre se les van las cosas de las manos. Pensé en los famosos flagelantes y en sus antítesis, los hedonistas, así como los estadistas que de algún modo querían imponer otro tipo de orden, y finalmente un grupito de «locos», como Maquiavelo o Durero, que hicieron avanzar y sobrevivir aquella sociedad. Ahorita estamos viviendo el fin del mundo posmoderno, y de ahí tomé la metáfora que impregna la historia. Cada uno de mis «locos» representa alguna de esas formas de fin del mundo, y mi policía llega a extremos bastante raros para imponer «el orden»”.
Juan Nepomuceno, protagonista de este caos perfectamente ordenado, pertenece precisamente a ese bando. Es un policía hipocondriaco más ansioso de escapar de la realidad que de resolver enigmas, lo cual lo lleva a inventarse un intrincado pretexto para “trabajar” desde un manicomio, haciéndose pasar por loco, sin imaginar que justo en ese lugar que le parece más seguro que la calle o la oficina, se topará con la oportunidad de trascender como héroe de su propia intriga.
“Sí, es un policía muy valiente, pero a la vez muy timorato —ríe César—. Es un policía hipocondriaco que se mete al manicomio un poco buscando su propia salvación, y curiosamente su salvación consiste en procurar la salvación de los demás y cometiendo parricidio, que para mí es el asesinato simbólico del sistema patriarcal. Lo de la locura siempre me gustó, y hasta ahorita no sabría definir a ciencia cierta quiénes son los locos de la novela: si los que están en ella o los que la leen. ¿Quién es el verdadero loco? ¿El que acepta las cosas como son? ¿El que pretende cambiarlas?”.
Condición humana
César dice sentir cierta afinidad con Juan Nepomuceno, en el sentido de que él mismo ha llegado a cuestionarse seriamente dónde se perdió la realidad.
“Cuestionarme toda esta angustia —dice— a través de una novela es una manera de compartirla con los demás, porque soy un convencido de que escribir es, ante todo, buscar un diálogo con el lector, aunque prefiero el diálogo cuestionador, pues no tengo ninguna verdad absoluta, ni la autoridad moral para pretender convencer a nadie, aunque tengo cuestionamientos y dudas muy válidas, y siempre que se plantea una pregunta surge alguien tratando de contestarla, y esa es la iniciación del diálogo que busco. Y aunque traspasé la acción a un tiempo y lugar indefinidos, creo que sí refleja mucho de la sociedad actual. Lo del humor se fue dando espontáneamente, quizá porque es la única manera de hacer soportable esta novela”.
Hasta qué punto, pregunto a César, se considera un retratista crítico de la sociedad, en la línea de José Saramago o Mario Vargas Llosa:
“Nunca me he propuesto —responde— ser un escritor crítico. No creo que sea una decisión racional. Lo que siempre me ha interesado, y es la razón por la que me acerqué a los libros como lector, y mucho después como escritor, es la condición humana. Eso sí me interesa mucho. Durante mucho tiempo me han interesado las técnicas, pero lo más importante es profundizar en los personajes. Al menos yo, lo que más recuerdo de las novelas que más me han gustado, son los personajes, no la forma en que estaba escrita. Estoy convencido también de que todo relato surge de la rabiosa necesidad de querer expresar algo”.
Rebelión de los fanáticos está publicada por Editorial Terracota, México, 2014.
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