Ricardo Muñoz Munguía

El Festival Internacional de Cine de Mérida y Yucatán (FICMY) tuvo una importantísima revelación social. Los diversos temas de los filmes exhibidos —los que contaron con más de diez mil espectadores— fueron un amplio mosaico de botones de muestra. Así también se dejó escuchar por la directora del Festival, Karla Paola Medina Contreras, quien destacó el dolor existente entre la población y pidió que tal situación mejore, “que se sigan uniendo esfuerzos para exigir nuestro derecho como mexicanos y personas. Nosotros desde Yucatán nos unimos al grito de dolor que consterna a todas las familias mexicanas”; por parte de la actriz Ofelia Medina, en su homenaje, mencionó que le apenaba sentirse “tan contenta cuando hay tanto dolor en nuestro país”, y dedicó su Premio, el Jaguar de Oro, a los 43 jóvenes de Ayotzinapa.

Por parte del actor Silverio Palacios, ante nuestra pregunta del compromiso social del cine, abundó: “El cine es herencia e imagen. Tenemos la obligación de hacer una memoria. El cine también es un espacio de análisis, al igual que es un espacio para el debate de los temas de preocupación común en la sociedad, de ahí la importancia que las películas lleguen a la gente, de ahí también es que se creen espacios, como es este Festival, para que con la gente compartamos una preocupación y, entonces, debatamos a través de una obra fílmica temas que nos conciernen y que son responsabilidad como ciudadanos”. Sobre la realidad actual, le cuestionamos si la violencia se ha abordado suficientemente en el cine, nos dijo: “Desde luego que no. Es difícil pensar en qué medida es necesario hacer cada vez más cine para que la gente, a través de él, podamos responsabilizarnos del estado de las cosas, a través del recurso de la ficción, como reconocer precisamente cuáles son nuestras patologías. Tendríamos que empezar por aceptar que quienes hemos generado esos problemas somos nosotros mismos: por una inmadurez social, por una inmadurez política, por una inmadurez en el estado de salud social y económica y, por supuesto, sobre todo, en la educación. Si partimos por reconocer que nos falta mejor y mayor educación y, por ende, un sistema educativo más eficaz, vamos a empezar a reconocer la amplitud de la gravedad de los problemas”. Tal compromiso lo lleva también a su labor, pues “en mi caso, procuro valorar la utilidad del guión que recibo, la utilidad del personaje que me toque realizar para ver si está dentro de mi interés. No quiero diferenciarme de ningún actor en ese sentido pero a mí sí me preocupa que el personaje que va a ser materia a tratar tenga un valor que exponer a la sociedad, y en mi papel quisiera decir todo lo que en el cine se pueda, porque el cine es el mundo de todo lo posible y es ahí donde hacemos un panorama completo de la condición humana”.

Silverio Palacios, quien es parte de la punta de lanza del FICMY, cierra esta breve charla con la percepción que le deja el Festival: “Primeramente, es una gran responsabilidad recibir el Premio que me dan en este primer Festival de cine; tenemos el honor de ser padrinos de este festival y cobijarlo, de algún modo, con nuestro trabajo, apoyarlo desde donde estemos, traer las películas en las que participemos y, desde luego, impulsar este festival porque sabemos que es una vitrina que expone una realidad y es también un escaparate más…, no sólo para nuestro trabajo sino también para que la gente pueda ver la realidad, reconocerla y aspirar a mejores condiciones de convivencia social”.