Patricia Gutiérrez-Otero
Una entrevista que por estos días saldrá en la revista Variopinto, pero cuyas primicias tuvimos en Internet es devastadora. Edgardo Buscaglia, un investigador que respeto, habla de México sin tapujos ni concesiones: “somos una sociedad bastante enferma, no sólo lo es el sistema político. Así se expresa de un sector social y de su incapacidad de hacer algo para cambiar: “Por ello, las élites de esta sociedad civil, que se pueden ver en el Distrito Federal en los hoteles de cinco estrellas, culturalmente viven de estas prebendas, viven del contratito. Son gente admirable en muchos casos. Lo cierto es que México desarrolló una cultura prebendaria muy fuerte en la sociedad civil, que tarda en reaccionar”. Espero leer la entrevista completa para saber en qué sentido usa el adjetivo admirable, porque sólo puede ser irónicamente. Por el resto no está diciendo nada que no sepamos, pero que no queremos saber. Los mexicanos nos acostumbramos a vivir en un sistema paternalista. El gobierno nos da “contratitos” o “regalitos” o “becas Fonca u otras” o “televisiones” o “tarjetas monex” si nos portamos bien y hacemos lo que él nos pide. Y esto sucede a todos los niveles, no sólo los que están en hoteles de cinco estrellas. ¡Qué vergüenza! Hemos mal usado, abusado y aislado a una gran virtud, la Prudencia. Una de las cuatro virtudes teologales que vienen de los griegos, compañera de la Justicia, la Fortaleza y la Templanza.
La Prudencia es la hermanita menor de las otras y fue añadida por Platón. Como la Templanza está relacionada con el uso de la razón, pero en su modalidad de cálculo para realizar una acción. Normalmente se usa para llevar a cabo un acto moral, pero por eso hablo de una Prudencia desviada pues la razón calcula cómo obtener el mayor provecho, para ello utiliza la memoria para recordar experiencias pasadas, la inteligencia para comprender la situación, la razón para ser juicioso, la previsión, la circunspección que permite considerar todas las circunstancias, y la precaución o cautela. Estos actos que son beneficiosos para llevar a cabo una acción moral sin precipitación y que son de gran ayuda en situaciones de confusión de principios, también han llevado a morales como la de Maquiavelo con su “arte de la prudencia”, que en realidad es un casuismo, un conjunto de reglas y un pragmatismo.
La Prudencia es una gran virtud, se opone a la precipitación, a la locura, pero puede caer, como ya vimos en la astucia para obtener un beneficio propio. Esa es en gran parte una de las virtudes que se han vuelto un vicio en la sociedad mexicana.
No obstante, la Prudencia como virtud no ha perdido su vigencia ni su fuerza si no pierde el contacto con sus otras tres hermanas, en particular la Justicia, pues es una buena consejera para obtener los fines que ésta busca con ayuda de la Fortaleza, sin precipitaciones innecesarias ni riesgos estúpidos. Como consejera puede escucharse en el coro de voces de las otras virtudes para resolver un caso concreto con desinterés y objetividad; como vicio debe ser combatido en nombre de lo mejor que hay en el hombre: la solidaridad, la comunalidad y, por qué no, el amor.
Además, opino que hay que respetar los Acuerdos San Andrés, anular las reformas a la Constitución, bajar los salarios a los grandes burócratas y aparecer a los 43 normalistas de Ayotzinapa.
