Bernardo González Solano
Si en la primera quincena de enero de 2015 en la “culta” Europa han tenido lugar inusitados actos terroristas (aunque no totalmente inesperados), en los cuales lo menos importante era la economía de balas, con saldo de una veintena de muertos —víctimas y asesinos—, en lugares tan relevantes como París y sus alrededores, y en la ciudad belga de Verviers (al este de Bélgica, entre Lieja y la frontera alemana), no es fácil calcular como terminará el nuevo año. Por lo pronto, los peores presagios se cumplieron. Ahora, al paso de los invernales días, todo Europa se ha involucrado en esta “guerra” entre el yihadismo islámico y Occidente, que no es lo mismo que la “guerra entre Occidente y el Islam”. Asuntos que hay que sopesar con sumo cuidado. De otra suerte, todo acabaría en un Holocausto que a nadie beneficiaría. Para los terroristas islámicos que asesinan a nombre del profeta Mahoma, los infieles son (somos) la representación de satán, y, al contrario, los yihadistas son el diablo. Cuestión de enfoques. Dado el tinte religioso de los actos terroristas hasta el Papa Francisco ya se inmiscuyó en el diferendo. Ya salimos a “madrazos”, Jorge Mario Bergoglio Sívori dixit, aunque le reconvino el primer ministro británico David Cameron. Y por ahí andamos. La verdad es que nadie sabe, bien a bien, quién le jala la cola a satán, al diablo y a lucifer. Cada quien lo interpreta a su manera.
El hecho es que el 22 de septiembre anterior, Abu Mohamed al Adnani, portavoz del rimbombante Estado Islámico (EI), exigió a sus militantes en los países occidentales que atacaran a los infieles estadounidenses y europeos —civiles o militares— por cualquier medio a su alcance. Sobre todo, agregó, a los “sucios franceses” que toman parte en la coalición internacional que desde un mes antes trata de destruir los principales baluartes del moderno “califato” tanto en Irak como en Siria. Francia ya era un blanco escogido de antemano como objetivo prioritario del yihadismo. En 2006, Al Qaeda amenazó de muerte a los directivos del semanario satírico francés Charlie Hebdo. Ahora, Al Qaeda en la Península Arabiga (AQAP) —rama de la red terrorista en Yemen—, reivindicó el ataque contra los periodistas del famoso magazín.
Nasser ben Alí al Anassi, uno de los dirigentes de AQAP, en un video difundido el miércoles 14 asumió para la organización la autoría del atentado que perpetraron, entre otros, los hermanos Kouachi: “Nosotros, Al Qaeda en la Península Arábiga, reivindicamos la responsabilidad de esta operación perpetrada en venganza por el mensajero de Alá”…”La operación se ha realizado por orden de nuestro emir Ayman al Zawahiri y es conforme a la voluntad póstuma de Osama Bin Laden”. Anassi continuó: “La operación es una gran satisfacción para los musulmanes y constituye un fuerte mensaje a los que osan atacar lo que es considerado sagrado para los musulmanes”.
Para los efectos prácticos, con este ataque Al Zahawiri recupera la jefatura de la yihad en todo el mundo que desde junio de 2014 le disputaba Abu Bakr al Baghdadi, líder de la organización rival el poderoso Estado Islámico(IS). De acuerdo al National Consortium for the Study of Terrorism and Responses to Terrorism, la red terrorista islámica abarca desde el norte de Africa, el Oriente Medio, Pakistán, la India, Azerbaiyán, Tayikistán, Cachemira, hasta Singapur, Malasia, Las Filipinas e Indonesia, con alrededor de 50 mil miembros.
En el mismo video, Al Anassi exhortó a Occidente a “cesar sus atentados en el nombre de una falsa libertad”. Se burla de la solidaridad (internacional) con las víctimas del atentado en París y remarca que “los jefes de la apostasía” están conmocionados y se han “unido para fortalecer su debilidad e intentar curar sus heridas”, aunque aclara que éstas “no se han curado ni se van a curar ni en París, ni en Nueva York, ni en Washington, ni en Londres, ni en España”.
Reivindicaciones aparte, el caso es que desde el 7 de enero se prendieron todos los focos de la seguridad internacional sobre las actividades del EI y sus avances en Siria y en Irak, y el ataque contra Charlie Hebdo reafirma lo que la mayoría de los analistas habían olvidado: que la rama de Al Qaeda en Yemen es la más activa y la que mayor capacidad tiene de perpetrar atentados fuera de sus fronteras. Esto pone en claro el peligro que representa el conjunto del yihadismo desplegado en un arco de países cercanos a Europa, en el que se engloba la entera geografía árabe, Africa Subsahariana y el Oriente Medio en su acepción más amplia, hasta Pakistán, lo que abarca una extensión nada despreciable como potencial conflictivo, que es todo el Islam asiático hasta Indonesia y Malasia. Sin olvidar Nigeria, donde Boko Haram mata y secuestra a todos los que no son islámicos.
Bien anunció el presidente francés, François Hollande al anunciar mayor participación de Francia en el combate contra el EI en Siria y en Irak: “la guerra será larga”, a bordo del portaaviones nuclear Charles de Gaulle —buque insignia de la flota militar francesa: con un peso de 40 mil toneladas y 260 metros de eslora, que transporta hasta 21 aviones y varios helicópteros; el portaaviones será acompañado por un submarino nuclear, una fragata y un buque de aprovisionamiento—; esta decisión del Elíseo no tiene precedentes en la historia gala. Sin duda, Hollande sabe aprovechar la masacre de los caricaturistas para remontar el descrédito en el que había caído desde sus escándalos de alcoba.
Para que nada falte, el primer Papa jesuita de la historia, Jorge Mario Bergoglio Sívori, rebautizado como Francisco en el trono de Pedro, se fue de la boca en una entrevista con los periodistas que le acompañaban en su vuelo entre Sri Lanka y las Filipinas el jueves 15, y avivó el avispero de los comentarios que ha provocado la muerte de los caricaturistas de la revista satírica francesa.
Muy a su manera, el Papa Francisco hizo unas extrañas declaraciones, por decir lo menos, al referirse a los atentados de París. Extrañas tanto por el tono como por los gestos del pontífice. Un reportero francés le preguntó: “Ayer por la mañana usted habló durante la misa de la libertad religiosa como derecho humano fundamental. Pero en el respeto de las diversas religiones, ¿hasta qué punto se puede llegar en la libertad de expresión, que es también un derecho humano fundamental?”. El jesuita contestó: “Creo que los dos son derechos humanos fundamentales, tanto la libertad religiosa como la libertad de expresión…Usted es francés, vayamos a (lo de) París, ¡hablemos claro!” Respecto a “la libertad de expresión: cada persona no sólo tiene la libertad, sino la obligación de decir lo que piensa para apoyar el bien común…pero sin ofender, porque es cierto que no se puede reaccionar con violencia, pero si el doctor (Eduardo) Gasbarri (organizador de los viajes papales), que es un gran amigo, dice una grosería contra mi mamá, le espera un puñetazo (sic). No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás…Hay mucha gente que habla mal, que se burla de la religión de los demás. Estas personas provocan y puede suceder lo que le sucedería al doctor Gasbarri si dijera contra mi mamá” (doña Regina María Sívori, nacida en Buenos Aires de padres piamonteses y genoveses, madre de los cinco hijos Bergoglio), Hay un límite, cada religión tiene dignidad…Yo no puedo burlarme de ellas. Y este es el límite”. Y ahí ardió Troya. El Papa olvidó poner la otra mejilla. La lucha contra el terrorismo de la yihad islámica va para largo, dijera Hollande. VALE.
